PRÓLOGO

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Desde que fui muy pequeño, miraba a mis padres, como cada uno con una sonrisa o simple mirada se decían cuanto se amaban, sabian que al hacer eso, estaban con la persona correcta.
Siempre admire eso, y me decidí a que yo también conseguiría a alguien para mirarlo así.

Tuve varias complicaciones, mientras más crecía mis gustos se expandian, y no encontraba a esa persona correcta, miraba sus ojos y buscaba que ellos tuvieran ese mismo brillo que yo, y con esperanza buscaba.
La verdad recibí solo fracasos, toda mi adolescencia me sentía muy ingenuo al amor, nadie tenía esa mirada.

Así comencé a buscar amor por otras partes, y encontré en el mundo del arte un amor genuino, amaba la actuación, en la escuela siempre fui el que estuvo en todas las obras de teatro y actividades que involucrará tener que actuar, sin duda era mi pasión, lo que más quise, pero, luego llego el.

Solo tenia 19 años cuando en una salida con mis amigos choque con un tipo, bastante alto debo decir, que por mi descuido le pedí perdón, pero por su parte recibí una sonrisa, y el solo hecho de mirar esos ojos note que tenían aquel brillo con el que mis padres se miraban y que yo tanto había esperado.

Jeon Jungkook, tu ¿cómo te llamas?—

— Jimin... ¡Park jimin!—

Recuerdo bien ese día, como todos se rieron al darse cuenta que yo había quedado fascinado con ese chico, y es que se notaba demasiado, mis mejillas dolían de tanto sonreír.
La verdad por un momento le agradeci a mis amigos que lo invitaran a él a la fiesta, por que Hoseok lo conocía, y así toda la noche hablábamos sin parar, como si esa conexión al instante de sintiera.

Me enamore de el, de sus actitudes, lo ame tanto que tuve que tomar una decisión si quería estar con él, donde claro, el fue mi elección. Pero, ¿realmente vale la pena dejar de lado cosas por algo como el amor?, yo por un momento creí que si, que solo con el amor seria feliz, y lo fui, pero esa felicidad se termino, cuando simplemente el amor se fue hacia otra persona.

Y es normal, pero jamás quise que fuera así, jamás pensé que ese seria el sentimiento más doloroso que podría tener, eran tantas las emociones que mi cuerpo temblaba, temblaba al ver mis ojos en esa cama, y como el silencio de la noche dejaba en evidencia aquellos fuertes gemidos inundar mi casa que tenía con Jung.

Quise escapar, pero mi pasado, siempre tiende a seguirme y mi vida, tiende a fracasar.

A ti, te seguiré. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora