Un cafe pendiente

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No sabría como iniciar a plasmar todo lo que ha pasado en este último tiempo, hay un caos muy grande en lo que soy hoy, porque te necesito demasiado.

Creo que lo más apto para mi es recordar lo que éramos, tú y yo éramos tantas cosas que actualmente se han ido, y eso duele, todo inicio en aquella cafetería de la esquina, tu trabajabas ahí, mientras que yo iba entrando como un ser inexistente a tu visión, o eso creí.

"Verte mientras trabajaba me alegro la tarde, vuelve pronto por favor -H"

Eso decía mi recibo cuando lo reviso mi mamá, oh vaya, cuanta burla me hizo toda mi familia después de eso, y claro que volví, rogando que no fueras una mujer, y pues no lo eras.

Lo que paso después fue divertido, justo llegué cuando tu turno había acabado, no sabía que eras tu obviamente, pero tu si sabias quien era yo, nos miramos un poco y me senté en una mesa.

—¿Puedo sentarme? —Tu voz sonaba tan... ¿Cómo decirlo?, tranquila, pero nerviosa, feliz, pero con miedo, siempre me ha costado describir como suena tu voz para mí, pero algo era claro, era perfecta.

—Claro, la verdad no estaba esperando a nadie si soy honesto—Sonreíste de una forma preciosa al escuchar eso, tus hoyuelos aparecieron, me conquistaste en esos momentos.

—Eso es imposible, ¿Por qué alguien tan lindo vendría a tomar un café solo? —La forma en la que te sonrojaste fue demasiado tierna, tus rizos despeinados, labios rojizos y ojos verdes resaltaron más gracias a ello.

—Me gusta tomar el café solo, luego te topas con personas demasiado atractivas que no temen decir lo que piensan, o no miden lo que dicen—

Recuerdo todo de esa tarde, nos quedamos platicando de muchas cosas en ese rato, de nuestras familias, estudios, de lo que queríamos para el futuro, de todo un poco.

Siempre he pensado en ese día como el momento en que conocí a un ángel, porque lo único que hiciste fue traer felicidad a mi vida.

Algunas cosas que recuerdo es que tenías 16 y yo 18, apenas ibas a entrar al segundo año de preparatoria y yo iba de salida, estudiábamos en la misma escuela, tú en el club de teatro yo en futbol, cantabas en el coro, eras la voz que más resaltaba de todas las de ahí, también tenías planeado ser parte del consejo estudiantil, para darle un apoyo a los alumnos que lo necesitaran, principalmente la comunidad LGTB+ en la cual eras bastante conocido. Amabas las flores, por lo que la jardinería era de tus principales pasatiempos, también la cocina, en específico la repostería, mis favoritos siempre serán tus pasteles de cereza, ¡Hiciste que amara la cereza!, yo no solía hacer eso, pero era bueno en la fotografía y futbol, tú me ganabas en lo demás.

Esa tarde la considere nuestra primera cita, aunque ninguno la tenía planeada, aun guardo el recibo.

La segunda fue en un lugar que conocías bastante bien, era afuera de la ciudad, un prado lleno de flores, me hiciste elegir una que me gustara, había una amarilla con centro blanco, y viceversa, Narcisos, eso me dijiste que eran, la verdad sigue siendo mi flor favorita hasta el día de hoy, aunque nunca supe cuál era la tuya.

Seguimos a la tercera cita, en un observador de aves, creo que lo estoy diciendo mal, pero nunca supe cómo se llamaban realmente.

En fin, el lugar era tan bonito, a ti te encanto y a mí también, había muchas aves, tu favorita fue la agapornis, el ave del amor, ¿sabías que estas aves no suelen ser fieles a su pareja?, los pingüinos si, ¿Por qué entonces no son ellos las aves del amor?, simplemente no lo entiendo.

La cuarta cita fue sencilla, pero de las más bonitas, me invitaste a tu casa y vimos películas, también cocinamos juntos, ¿Le puedes pedir perdón de nuevo a tu mamá por como quedo su cocina?, me siento culpable cada que lo recuerdo, ella fue demasiado linda, nos vio hacer el desastre y nos dijo que subiéramos que ella limpiaba, ni siquiera me dejo insistir en ayudarle, nos hecho del lugar todos llenos de harina, por si te lo preguntabas aun mantengo el contacto con ella, se ha vuelto una madre para mí.

Un cafe pendiente L.S (O.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora