Renacer

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1580, provincia de Owari.


La noche en la ciudad a las afueras del castillo de Owari era calmada. Los edificios se hallaban con las puertas shoji brillando por la luz de su interior y las chimeneas de las casas expulsaban humo por ser la hora de cenar. En uno de los recintos más grandes y a las afueras un hombre se encontraba frente a una pequeña mesa con un bol de arroz y un plato con pescado ahumado, pero también un segundo par frente los suyos para una segunda persona. El hombre se mantenía calmado y pensativo, con los ojos cerrados. Las piernas cruzadas y sus manos sobre las rodillas. Las puertas que daban al patio se mantenían abiertas por gusto del dueño, generaba calma ver la naturaleza nocturna mientras se degustaba de un sencillo plato. De la nada aparece un encapuchado, con ropajes negros y azules, y una máscara oni. Se acercaba lentamente al dueño de la casa con precaución y silencio. Al llegar al punto de estar cara a cara con él.

-Pensé que jamás llegarías, shinobi. -Dijo el dueño de la casa alzando la mirada -Te esperaba para cenar.

-¿Tienes la información? -Preguntó bruscamente el encapuchado.

-Por supuesto, pero primero necesito dos cosas, Kurai: -Condicionó el informante -Primero, siéntate a cenar, por favor. Segundo, necesito que me expliques que es lo que piensas hacer en cuanto lo sepas todo.

-Está bien. -Dijo Kurai, sentándose y quitándose la máscara -Oda Nobunaga nos traicionó tiempo ha. Colaboramos en la búsqueda de un tesoro, una fortuna oculta y una reliquia, él se quedaría la fortuna y nosotros la reliquia; pero nos apuñaló por la espalda y se llevó todo.

-¿Y quieres recuperarla? -Preguntó el informante para confirmar que era lo que suponía.

-Solo tú lo sabes. -Dijo Kurai antes de tragar un trozo de pescado.

-Está bien. Hoy en la costa, en el puerto de Tokoname ha llegado un barco lleno de esclavos y prisioneros del oeste de un lugar llamado Países Bajos, desterrados de un rey llamado Felipe II.

-Eso no es lo que me interesa, Take. -Se quejaba Kurai.

-Entre los esclavos hay un hombre que habla nuestro idioma y varios más. Es fácil reconocerlo, tiene los ojos de distinto color.

-Dos colores en los ojos, está bien. -Se auto-recordaba Kurai a sí mismo -Gracias por tu tiempo, la Hermandad te lo recompensará.

-Que los dioses te protejan. -Exclamó Take alzando un vaso de sake mientras Kurai se marchaba.

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Puerto de Tokoname


Comenzaba a amanecer, pero las consecuencias del final del Invierno aún persistían y una densa niebla cubría el puerto. Apenas se podía ver el mar y solo se veía el cielo gris, las embarcaciones en la costa y a los esclavos marchando en fila. Kurai se encontraba sobre uno de los tejados, a lo alto de la colina frente a la playa. Su mirada fría de concentración daba la sensación de estar muerto por dentro. El Asesino se mantenía observador, contando cuántos cuerpos eran necesarios para cumplir su objetivo. Kurai logró localizar a ojo al hombre que buscaba, se aproximaba encadenado junto otros esclavos a una cabaña. El asesino se colocó su capucha agarrando el pico de esta y saltó a la arena sin miedo al daño que pueda producirse. Agachado y estando alerta, Kurai se escabulle entre los barriles, cajas, carros y más obstáculos que tiene por medio para evitar ser detectado y evitar derramar sangre.

Los esclavos en la cabaña estaban siendo desencadenados y apelotonados en la cabaña, los guardias no dudaban en amenazarlos con que morían si salían de la cabaña. Durante el conteo el único guardia escuchaba un ruido afuera y salió a investigar. Uno de los esclavos era de cabellos oscuros, barbas largas y un ojo de cada color. Se encontraba en la esquina y todos los demás le daban la espalda. Nadie se dió cuenta de que desapareció de allí en un santiamén y fue arrastrado por Kurai hasta un callejón entrando a la ciudad portuaria.

-Wat doe jij? Chinees teef. -Decía el esclavo a Kurai mientras era empujado hasta la profundidad del Callejón.

-A mí me hablas en mí idioma. -Fue directo Kurai.

-¿Tú qué hacer? -Dijo en japonés el europeo.

-Entendí que hablabas fluido mí idioma. -Reflexionaba para sí mismo el Shinobi. -Está bien, quiero saber que hace la Máscara del Edén.

El extranjero parecía extrañado por lo que le decía Kurai. Y este hacía gestos usando la palma de su mano como máscara para ver si con señas le entendía.

-¡Ah, fragmento de cara!. -Exclamaba alegre el neerlandés al entender a Kurai.

-¿Dónde está? -Preguntó el asesino una última vez agarrando la barbilla del esclavo con fiereza.

-No conocer. No conocer. -Repetía el hombre -Yasue... Yasue conocer.

-¿De qué me estás hablando? -Preguntaba más confuso por la pobre gramática del hombre.

Mientras se apretaba la cabeza del esclavo explotó salpicando sangre y vísceras a la cara de Kurai. El cuerpo cayó al suelo y en la boca del callejón la sombra de un samurai con mosquete se aclaraba en la vista borrosa de Kurai. El samurái rápidamente desenvainó su katana y el asesino contrarrestó con su conocimiento de artes marciales, desarmando al samurái y dejándolo conmocionado de una patada en la cabeza que lo aturde, le rompe la nariz y le abre heridas en la sien.

Kurai alarmado comienza a escalar por la pared y llega al tejado donde comienza a correr dejando volar las tejas que se le resbalan de los pies. En cuanto puede con un movimiento de agilidad, desciende a un balcón donde continúa corriendo y puede ver como una hilera de soldados de infantería le disparan con mosquetes obligando al asesino a ir arrastrándose por el suelo y entrando a una casa. Kurai salió por la ventana y desdobló al centro de la ciudad por los tejados de nuevo. Cortando unas cuerdas con su hoja oculta y a modo de lianas consigue usarlas para llegar a tierra ileso. Pero con más soldados a sus espaldas y muchos más mosquetes. La idea ingeniosa de Kurai fue tirar una torre de cajas desconociendo el contenido que desgraciadamente era aceite que junto a las esferas de plomo candente de los mosquetes ocasionó una columna de fuego accidentalmente que cortó el camino. "Ser sutil" se dijo a sí mismo el asesino de manera irónica antes de escuchar el chillido de un samurái. El mismo del callejón, con cara de enfadado y listo para pelear a solas contra él.

-Sé lo que eres, shinobi. -Le gritó el samurái a Kurai.

-Un simple mercenario en busca de información. -Respondió el asesino ocultando su afiliación.

-A mí no me engañas, Maese Asesino. -Replicó el guerrero negando las palabras de Kurai -Pelearemos con honor. Tu Hermandad sabrá de tu fracaso, oculto.

-Interesante. -Se susurraba Kurai para sí mismo, posteriormente desenvaina su ninjato; una katana sin curvatura; y la sostiene listo para el duelo -Que sepas que no era mí idea matarte.

-Silencio, oculto. -El samurái preparó su katana.

Los guerreros chocaron sus aceros pocas veces, Kurai con destreza cercenó la mano dominante del samurái y enterró la espada en su pecho para sacarla violentamente.

-Lo siento. -Le dijo Kurai al guerrero.

-No te perdones, he fallado. -Rechaza las disculpas -Dame una muerte honrada.

-Está bien. -Aceptó Kurai agarrando el shoto del samurái caído.

Dicha arma tenía un grabado que llamaba la atención a Kurai, la cruz templaria en el mango. Dejó perplejo al asesino. Sin decir nada más le dio al samurái la espada y este murmuró unas últimas palabras, "Que el padre del entendimiento me guíe", posteriormente se clavó en el estómago el shoto y lo removió en sus tripas. Kurai finalizó la ejecución con un corte limpió que decapitó al samurái.

-Templarios, esclavos, fragmentos del Edén... -Se decía Kurai a sí mismo -Aquí pasa algo, y la Hermandad debe saberlo.

Kurai, como pruebas tomó la katana; el mosquete y mojó con la sangre del caído un pañuelo y marchó hacia la lejanía, especulando en su propia mente lo que depararía el futuro.

Continuará...

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2022 ⏰

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