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En un verano tan calmado en los mediados de junio..

Todo tanto como árboles y césped, tenían un tono tan profundo y hermoso a la vez, quien podía imaginar que ese año esa estación fuera tan único de lo habitual, puede que sea porque cada año era diferente algunas veces haciéndolo un toque especial ante el bosque, una familia unida, sonrientes y sin problemas en sus vidas, se encontraban caminando entre los arbustos.

Ya que tenían una excursión tan relajado y fresco, quizás porque el hombre había prometido que irían a mitad de mes al bosque, cumpliendo cada capricho por parte de su único hijo, Kim Jong-un era un hombre apasionado por la lectura y los tiempos libres, encontrándose con la naturaleza, inspirándose cada vez para sus historias escritas en cada libro.

Sería un gran evento si  fuera por su total conocimiento ante la filosofía o la antropología moderna.

Y por supuesto.

Era tan centrado en su trabajo que quería ser un gran hombre ante su pequeña familia.

─ ¡amor, cuidado con esa rama, recuerda que el año pasado tropezaste con una y casi te quedas sin dientes! ─ se escucho una voz tan fina y delicada por parte de una mujer que iba junto a su hijo.

Quien lo diría, tenía una sonrisa tan brillante conquistando cada vez más a su esposo, cabello negro llegando a sus hombros y una ropa cómoda ante la caminata en una tarde soleada.

Kim yewon, era una mujer reservada, digamos que antes de conocer a su prometido, se centraba tanto a su estudio haciéndose promesas entre si, planes para su vida, hasta que todos esos pensamientos cambio en tan solo conocer ese chico que cambio su vida por completo.

Enamorándose cada vez más de el.

Y si que lo estaba.

─ ey, cariño, no te preocupes estoy bien, tengo reflejos. ─ sonrió, de una manera divertida y escandalosa luciendo tan atractivo ante los ojos de la contraria.

─ así fue la última vez que lo dijiste, y.. Pum! Caíste en un hueco llenandote de lodo! ─ empezó a reír tan bajito para no verse tan imperativa, aunque lo era, pensándolo bien no controlaría esa emoción por tanto tiempo.

Un pequeño niño, emocionado ante la situación de sus padres, admirando los dos como su gran orgullo, lo que más lo hacía feliz.

Era un niño tan feliz con conocímientos inocentes y muchas curiosidades en su pequeña mente peculiar.

─ mami, quiere llover. ─ menciono tan bajito algo asustado pero emocionado a la vez, jamás había presenciado una lluvia en el bosque.

El año pasado era tan caliente, que si fuera por el, llevaría un huevo y si lo pusiera en el suelo, se fritaria sin ningún problema.

Pero este año fue diferente, y le gusto mucho.

─ taehyung, no te preocupes, tu padre hará el campamento antes de que llueva, ¿verdad señor reflejos? ─ miro de reojo al Sr. Kim esperando una respuesta no tan tonta como siempre.

Y quizás aunque el fuera tan torpe y comportarse de una manera tan inmadura, enamoraba más a la azabache a su lado.

Eso pensaría todos.

No se sabe que pasaría.

─ tu madre tiene razón, taehyung. ─ demostró una sonrisa cálida y sincera. ─ solo falta unos kilómetros, hago el campamento y nos refugiaremos en el con chocolate y malvaviscos, ¿que dices? ─ el pequeño de 9 años cambio la expresión de tristeza a emoción tan melancólica.

─ si, si!! Chocolate!! ─ salto, tan alto mientras aplaudía por la respuesta de su padre.

Nadie negaría a un chocolate, y más con malvaviscos!

Eso sería un desperdicio ante el dulce!.

Unos minutos después..

Llegaron al destino que pretendían llegar aunque el cielo estaba un poco nublado, tapando el sol de inmediato dando a indicar que lloverá tan pronto como se lo imaginaban, entonces el Sr. Kim corrió hasta la zona sacando todo lo necesario para hacer la tienda de campaña, en busca de un poco de calor en su abrigo.

Si que era una tarde fría.

Mientras tanto la Sra Kim ayudaba a su esposo, mientras más rápido y más ayuda, acabarían de inmediato.

Taehyung podía presenciar esa tarde, olfateando cada aroma de tiempo de lluvia y acomodar su mechón de cabello, observando una colina.

Una tan solitaria transmitiendo algo especial y sereno.

Sin pensarlo con pequeños pasos se acercó a ese lugar abrigandose entre si, reconciliando el calor apenas poner sus pequeñas manos en el pasto  frío ladeando su cabeza de tanta curiosidad, ¿porque no tenía miedo de aquel lugar? ¿Porque estaba tan solitario si era lo más hermoso que podía observar? Claramente era un chico miedoso, pero esto fue la excepción.

Se sentó doblando sus rodillas mirando desde allí un campo, moviéndose entre el viento y la niebla, no había tanta por lo visto, nunca había visto este campo antes. Pensó, sonrió entre si mismo con esa sonrisa tan rectangular y emocional que tenía, sabía que marcaría este sitio en su pequeño cuaderno de cosas especiales.

Porque este lugar era una de ellas.

Taehyung!! Cariño!.

Rápidamente volteo su cabeza de reojo hacia detrás de los árboles, donde supuestamente estaban sus padres soltando un leve suspiro de tristeza, en realidad no quería irse pero no podía desobedecer a su madre. ─ ¡ya voy, mamá! ─ se levantó sacudiendo sus pequeñas prendas quitando la suciedad que yacía y correr hasta ellos despeinando su cabello castaño por el viento.

Para ser pequeño, tenía memoria y se grababa las cosas enseguida, esa era la buena ventaja de Kim taehyung, que si problemas podría volver a aquel lugar que jamás olvidaría, y prometeria hacer lo posible de hacerlo.

─ donde estabas niño travieso, eh? ─ lo levanto entre sus brazos dando leves pellizcos en sus mejillas haciendo quejar al pequeño por su acto. ─ si no regresarías rápido me comería todos los malvaviscos.

─ no sería capaz.. ─ dije taehyung con el ceño fruncido de traición, no permitiría pasar esa noche con hambre por parte de su padre.

Aunque le dijeran siempre que no le quedaría dulces para el,  llevaba un gran susto por esas palabras, no podía vivir sin dulces y el lo admitía, quizás por eso era tan imperativo cuando volvía a casa, ¡pero igual!.

─ hombres fuertes. ─ dijo la azabache con los brazos cruzados un poco sería. ─ si no entran de inmediato la cena se enfriara y si no comen, no habrá chocolate para ustedes.

Los tres entraron refugiándose en la tienda de campaña acomodando cada cosa en su lugar para que haya más espacio para los tres.

No era una tienda tan grande, era cómodo y lo aceptaba.

Cenaron sin problemas, llegando el momento del postre, los dos chicos tan emocionados por este, era tan delicioso que no dejarían de comerlo, contando historias de terror y llevar algunos sustos por parte de la Sra Kim, se acostaron cada uno en su cobijas.

Taehyung nunca pensó que sería el día mejor en sus vida.

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Nota:

Para ser mi primera vez es hacer una historia, espero no incomodarles tanto como escritura o dialogo, prometo mejorar y gracias a aquellos que leen esta historia, que sean de su agrado.

-Max.
-Sara.

𝘌𝘭 𝘊𝘩𝘪𝘤𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘭𝘪𝘯𝘢.│𝘵𝘩 𝘹 𝘑𝘬. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora