1. La hora del lobo

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                              Bruja:

- ¡Eyy! Pásame otra cerveza, ¿estás sordo o qué? Idiota - Le exclamó Adrián a Manuel, que estaba conversando con Lidia - Claro, primero las mujeres antes que amigos, ¿no es así mi Manuel? -.

- Cállate imbécil -. Le espetó Manuel con una sonrisa mientras le lanzaba una cerveza.

- Sabes que tengo razón -. Dice y ambos se echan a reír.

Lidia solo los observa con una mirada de complicidad, diciendo para sí "ambos son unos idiotas" y sonríe.

Estaba bonita la noche, las estrellas brillaban más de lo habitual, la fogata que daba calor y tranquilidad y las cervezas para hacer más divertida la velada, los tres allí, hablando y haciendo cosas estúpidas, típico de los mejores amigos. Lidia se sentía muy cómoda con ellos a pesar de que fueran unos imbéciles según ella, pero eran buenos tipos, nunca se sobrepasaron con ella y la ven más bien como una hermana, y más les vale, porque Lidia no es ninguna débil y se sabe defender muy bien.

- ¡Miren esto! - Grita Adrián, ya medio borracho y saca su pistola, apunta a un árbol cercano y le da en todo el centro del tronco a pesar de la oscuridad que había - Tú no podrías hacer esto Lidia -.

Ella lo observa con ojos audaces, con una sonrisa maliciosa, era de esas sonrisas que si la miras sabes que algo trama; se levanta del tronco que estaba cerca de la fogata y dice - Lo hago mejor -.

Acto seguido saca una poción de su traje, era de un morado oscuro ligando a negro, la lanza hacia arriba y la atrapa, lo vuelve a hacer, como si fuera una pelota de béisbol y ella la pitcher. Mira el árbol que Adrián había disparado, se pone de espaldas contra él y lanza la poción hacia atrás.

- Jajajajajaja ¡EN TODO EL BLANCO! - Gritó Manuel asombrado, muerto de la risa; la poción dió en el mismo lugar que había dado la bala de Adrián - Sigue retándola capullo -.

El pistolero, asombrado igual - Nada mal para ser una chica ¿eh?, lo admito, quedé derrotado y humillado -. Dice con un tono egocéntrico y burlesco.

- Ya cállate y lánzame una cerveza, que me la debes -. Lidia se vuelve a sentar, victoriosa y se toma la cerveza. Le gusta que la subestimen para luego dejarlos en ridículo, y más si son hombres como Adrián de prepotentes. Era una bruja astuta y jamás se dejaba humillar de nadie.

- Ustedes chicos si se viven matando en una pelea de egos -. Indicó Manuel - Yo como soy un campesino común y corriente solo los miro, es divertido -.

- Un campesino ebrio -. Dice Adrián, le da una palmada en la espalda y le da otra cerveza. Siguieron tomando y charlando.

...

- Ya vengo, voy a mear -. El campesino se levanta y se adentra al bosque.

- A cada rato se anda meando, menuda vejiga se carga -.

- Y sí, aunque con tanto que ha tomado ya se le entiende a la pobre -. Bromeó Lidia.

Adrián se ríe para luego quedársela mirando un instante - Oye Lidia, perdón por comportarme como idiota a veces contigo, es que no lo puedo evitar, está en mis genes supongo -.

- Tus genes están malitos, lo sé, no te disculpes por ello que ya sé como eres -. Dicho esto se da un buen trago.

El pistolero se vuelve a reír - No pareces mujer, si en vez de vestirte con esa bata morada lo haces con la ropa de Manuel no vería diferencia entre tú y él -.

La bruja se ríe a carcajadas por el comentario - Ojo con lo que dices, que esta poción - se la enseña - puede acabar metida en tu cul* -.

- Eyeyey al menos invítame a salir primero -.

- Estúpido -.

...

Ha pasado como media hora y Manuel todavía no regresa, tanto Lidia como Adrián se empiezan a preocupar, lo máximo que tarda él en orinar son como 10 minutos.

- ¿Qué crees que ande haciendo? -.

- Cagando seguramente, pero igual ando con las dudas, lo mejor será que vaya a ver -. Saca su pistola y se mete al bosque.

Lidia se quedó allí, sentada, tenía miedo y no por estar sola a esas horas, eso era lo de menos, tenía miedo porque sentía que algo malo pasaba, lo percibía.

La brisa cada vez era más helada, se acercó al fuego para calentarse pero el frío no se iba a pesar de los trapos gruesos que tenía encima. De repente escucha unos pasos acelerados viniendo del bosque, ella enseguida se levanta y saca su poción, lista para atacar.

Era Adrián, tenía la cara helada y sin color, con una expresión de horror.

-Ven y mira esto -. Se contenía para no llorar.

Lidia andaba corriendo igual que Adrian, seguía sus pasos, todos temblorosos, creía que en algún momento se caería.

Luego ahí lo ve, a Manuel, empapado en sangre, tirado en el suelo boca arriba con el estómago abierto, desgarrado en todos los lados, su cara deformada que no se le reconocía a simple vista.

- Dios mío -. Exclamó Lidia para después taparse la boca, anonadada.

- Fueron los lobos - Murmuró el pistolero, inexpresivo y a la vez con un aura de enojo en su voz - Fueron esos malditos lobos, han vuelto -.

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