Wolvesville

6. Mala Racha

                             Asesino:

*Pucum pucum pucum*

El sonido que hacía al correr pasaba sigilosamente por la aldea, la cual muy pronto empezaría a salpicar luz matutina. Corría lo más veloz que podía a ocultarse en el bosque, no podía estar allí de día, a la luz del sol, a plena vista de todos.

Iba jadeando; la herida que tenía en la espalda al parecer era crítica, su lucha con el chico fuerte lo había debilitado de tal manera que tuvo que huir de allí. Estaba cansado y herido, trataba de ir a pasos apresurados pero le costaba, como si cargara un saco de papas.

"Maldición, que mala suerte he tenido" Piensa mientras sigue avanzando.

Con la máscara puesta se le dificultaba respirar, sus harapos más su corpulento cuerpo le ponían más peso al trote pero allí seguía, encaminado al bosque, tenía muchos factores en contra pero a él no le importaba.

"¿Será este un camino sin retorno?" Se preguntaba. Sabía que lo era, no había marcha atrás, solo que... No empezó como lo imaginaba.

Ya pudo adentrarse al bosque y se arrecostó en un árbol para tomar fuerzas, se quita la máscara e inhala una buena bocanada de aire, no se había sentido tan aliviado desde hacía días, porque a parte de lo de hoy, últimamente no se ha sentido bien.

"Ya estoy a salvo" A pesar de lo serio que es... Sonríe.

Pasado unos minutos se levanta para encaminarse a su hogar.

...

El corte de la espalda le estaba comenzando a doler más, sabía que debía tratárselo al llegar, no era un simple rasguño. Ahí la vé a lo lejos, su morada; una cueva oculta entre las piedras, había puesto más para camuflarla y le funcionó.

Ya dentro en su hogar empezó a buscar vendajes, la iluminación era tenue a pesar de que ya había amanecido, su cueva tenía muy pocos espacios donde entrara la luz del exterior, a él le fascinaba la oscuridad. Acostumbrado a esa visión los consiguió y acto seguido hizo el debido tratamiento, dentro de lo posible, a su herida. Tenía dones de enfermería, irónico.

Sentado y recuperado en casi su totalidad, analizó sus dos noches previas y el fracaso rotundo de ambas. En las dos fué a casas al azar y en ambas hubo más de una persona, que no pudo haber sido un problema para él de no ser porque en las dos ocasiones se habían protegido de milagro, según él.

"No puede ser que en esta aldea se proteja todo el mundo" Se soba el hueso de la nariz con el fin de relajarse, de pensar bien los acontecimientos, de tener estrategias; los subestimó demasiado y ha pagado caro.

Allí mismo agarra su cuchillo, una piedra y lo empieza a afilar, esta vez tenía un buen presentimiento de que hoy era el día de su estreno. Hoy era el día de asesinar.

En este espacio llamado "su hogar" ha estado conforme desde hace meses, lejos de la sociedad. Ama estar solo, las personas le parecen aberrantes; sin embargo, a pesar de su buena estadía allí, sentía que le faltaba algo, como un plus para llenar esa conformidad. Hasta que descubrió que era ese "algo".

Una tarde como muchas otras se disponía a cazar su comida del día. Su manera de cazar es impresionante, a base de solo su cuchillo, se lo tiraba a la presa y ya la tenía aprendada; esta vez no fue diferente y allí la tuvo, se le dibujó una sonrisa macabra en el rostro y se dió cuenta de esto; no lo hacía por hambre, tenía carne de sobra en ese tiempo y últimamente cazaba de más. ¿Entonces por qué lo hacía?

Satisfacción y diversión, era un éxtasis para él ver la sangre en sus manos, el rostro de la víctima en sus últimos momentos de vida, esa sensación de jugar con la vida y la muerte ajena, como si de un Dios se tratase, le complacía y excitaba.

Así que decidió ir más allá, se adentraría a la sociedad por gusto pero solamente para su placer.

"Esta vez si tendré suerte, sangre humana correrá en mis manos" Siguió afilando su cuchillo hasta dejarlo cortante con sólo mirarlo y se quedó practicando con él, haciendo movimientos ágiles; esperando, allí metido en su cueva lejos de la aldea, a que el sol se ocultara y la luna avisara que podría salir a jugar.