Prólogo

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Los edificios se alzaban a su alrededor como gigantes, acusadores. Tenía vista al edificio de una de las empresas más importantes de Londres, con su vista clavada en la entrada, observando a la gente entrar y salir del edificio.

Agazapada en un callejón oscuro, esperando ver algún rostro conocido. Llevaba escondida al menos cuatro horas sin resultados. Cansada y con hambre, comenzó a levantarse, los músculos quejándose ante el nuevo movimiento repentino después de horas en la misma posición.

Lanzando un suspiro al aire termino de incorporarse, dándole una última mirada a la entrada de Carter's Industries, inevitablemente sus ojos chocaron con una mirada oscura de un tono achocolatado, que al parecer la había reconocido de veces anteriores pese a la distancia.

Por inercia, salió corriendo antes que el dueño de esa mirada pudiera reaccionar e ir tras ella, de nuevo.

Se había convertido en una rutina, se levantaba todos los días, desayunaba un pedazo de pan, una porción de huevos y algo de café, se despedía de la casera y se dirigía hacia el mismo lugar. El único cambio en su costumbre era la elección de un nuevo lugar para esconderse, y otras ocasiones se las ingeniaba para ubicarse en las banquetas sin correr e riesgo de que la echaran, y poder ver desde ahí.

Si bien su plan no era que la vieran, o convertirse en un blanco reconocible - y perseguible -, parecía ser que jamás escogía el momento apropiado para emprender su camino de regreso a casa, o bien podría ser que el hombre era demasiado oportuno. A ese paso comenzaría a considerar cubrir su rostro, una medida que no creía ayudara mucho teniendo en cuenta sus marcados rasgos asiáticos y su cabello rebelde en punta, eso la delataría con facilidad aun ocultándolo un poco.

Después de correr por al menos cinco manzanas, sin mirar atrás, se detuvo con la respiración agitada, con las manos sobre las rodillas, intentando agarrar aire.

Quería golpear su cabeza contra un muro, ya había perdido la cuenta de cuantas veces había pasado por la misma situación, parecía inevitable el cruzarse con la mirada de ese tipo y tener el impulso de huir. Estaba a punto de ponerse la capucha de su buso cuando escucho un grito a sus espaldas.

- ¡Atrápenla! - giro un poco su rostro para rectificar que se referían a ella, y que mejor señal que el que te señalen directamente.

- ¡Mierda! - se apresuró a cubrirse el rostro y tomar nuevo impulso, rogando para que no alcanzarán.

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⏰ Última actualización: Dec 22, 2022 ⏰

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