introducción.

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Amalia, la princesa del imperio de oriente, fue bendecida al concebir a un hijo de un dios. No solamente logro enamorar a un dios, sino también logro quedar embarazada de él.

Eso era un completo escandalo ¡Quién lo diría! ¿Una noble embarazada de un dios? y no fue cualquier chica noble ¡Fue la princesa y hermana del gran Osiris II! Eso si fue un escandalo que no dejo de hablarse durante muchos años...

Aunque no supero al escandalo de que la princesa había tenido un hijo varón y este podía reclamar el trono si deseaba y nadie podía negarselo. Para suerte de Osiris II y de su hijo menor Sovieshu, él pequeño Khalo jamás quiso el trono.

El poder jámas fue algo que Khalo quisiera, de hecho, le molestaba haber nacido en una rama tan alta de poder.

Khalo quería ser alguien normal, no le gustaba ni ser noble ni ser el hijo de un dios.

"El hijo de un dios" ese era el peso que había cargado desde su nacimiento. Todos esperaban más de él por eso.

Pero Khalo nunca quiso ser especial y mucho menos que los otros esperaran más de él de lo que podía ser. Desde niño siempre tenía que ser mejor que los otros y no podía cometer ni el más minímo error.

. . .

Lagrimas salieron de aquel pequeño niño, mojando parte de su ropa y las hojas del libro que estaba leyendo. Todos los demás niños podían jugar en el patio, excepto él.

¿Jugar? Eso era algo que a Khalo no se le permitía, él no era como los otros niños y no podía hacer eso. En cambio, leía partituras, libros complicados de entender hasta para un niño, politíca, ciencias y estrategias militeres; todas cosas que a un niño normal no le pondrían a estudiar.

Pero él no era un niño normal.

No, no lo era por mucho más que quisiera serlo.

Khalo seco sus lagrimas con la manga de su elegante y costosa camisa. Llorar era algo que tampoco podía hacer.

Luego de unos segunds su madr entro por la puerta de la habitación. Ella tenía un hermoso vestido azul rey con blanco que hacía relucir sus ojos que eran de un azul igual, a diferencia de los de Khalo que eran de un azul cielo.

La mujer le dio una sonrisa maternal a su hijo antes de darle un cálido abrazo.

—¿Por qué lloras chiquito? —preguntó la princesa.

No podía ocultarlo por más que quisiera, sus ojos se veían algo rojos y ella era su madre, siempre sabía lo que le pasaba. No pudiendo negar el hecho de haber estado llorando, Khalo abrazo a su madre y llora aún más.

Por fin se desahogó, lo necesitaba.

—¿Por qué yo no puedo ser como los otros niños, mami?

Esa había sido su pregunta durante todo el resto de su vida y tristemente su madre no podía responderle aquella pregunta. Jamás sería como los demás y no solamente por ser un príncipe.

Era su culpa. Ella se sentía con la culpa de que él no fuese un niño completamente normal ¡su semidiós! A quien se le ocurriría eso.

—Ser como los otros es aburrido y rutinario, tú eres mucho más especial que los otros niños ¡Tú eres mi único tonto principito! Eres mejor que ellos, nunca lo olvides. —La mujer puso sus manos en la cara de su pequeño niño durante unos segundos, mirando su cabello rubio como el sol... igual a su padre, eso describía a Khalo.

—Te quiero mucho mami.

—Yo también, mi niño. —Amalia sonrió y empezó a hacerle cosquillas a su hijo haciendo que este estallara en carcajadas.

—¡Basta mamá! —grito entre las cosquillas.

La mujer dejó de hacerle cosquillas a su hijo para abrazarlo con mucha fuerza.

—Eres lo más preciado que tengo —dijo con un sentimiento de amor y nostalgia recorriendo su garganta. Aquel pequeño niño era lo único que le quedaba, ya no podría volver a ver a su amado y lo único que le recordaba a su rostro era su pequeño hijo—. Haré lo que sea por protegerte, lo que sea. No dejare que nadie más se atreva a tocarte o ponerte un dedo encima y quien lo haga se las verá conmigo.

Y Khalo supo que su madre podía dar miedo. Él sabía que todos los nobles hacían cosas malas para defender sus títulos y mayormente las mujeres para defender a sus hijos, pero rojos jamás había visto a su madre así. Ese rostro de determinación y enojo le dio miedo, mucho miedo a decir verdad y ni siquiera iba para él, no sabía ni para quien iba, pero esa persona debía tener cuidado.

De pronto interrumpieron en la sala las damas de compañía de su madre con rostros de preocupación. Y fue ese el momento en el que Khalo lo entendió: las palabras dichas por su madre no eran porque sí, algo pasaba y tal vez ese algo tenía que ver con su vida.

—¡El emperador Osiris II y el príncipe Sovieshu están aquí! —avisó la más joven de las damas, Claudia.

—Vamos mi niño, es hora de que conozcas a tus tíos y a tu primo —dijo su madre con una pizca de enfado en su voz que Khalo notó.

Y ese día Khalo supo que no le agradaba ni a su tío, primo y mucho menos a su tía, quien no tenía ni la más mínima prudencia al hacer comentarios hirientes y atacantes hacia él y que su madre no dudaba en responder con un ataque más fuerte hacia ella. Parecía una pelea de víboras echando veneno para ver cual es más fuerte y mata a la otra.

Su familia lo odiaba, era lo único que faltaba.

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⏰ Última actualización: Jul 11, 2022 ⏰

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𝕰𝖓𝖈𝖍𝖆𝖓𝖙𝖊𝖉 ; emperatriz divorciada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora