La verdad es que no estoy loco, a veces me gustaría estarlo, para justificar mi caos, mis lágrimas que sino parecen en vano, al igual que cada noche de insomnio que me hace sentir, o más bien recordar que en este mundo solo estoy de paso.
No sé si es el calor o el miedo, a alguno de los dos le gusta ver cómo se forma debajo de mis ojos ese tono negro.
En mi cabeza es tiempo de veda, está prohibido soltar una buena idea, una positiva, por más que quiera, no salen y solo hace que duela, como adelantarte a un grano y querer explotarlo a la fuerza, es una analogía fea, pero en realidad contempla lo que ser un humano refleja. No es que no podamos explotar, porque somos recipientes con tamaño predeterminado y en algún momento rebalsa el frasco, el tema es no haberse precipitado, porque aunque suene loco hay un momento indicado para hacer más impacto, más daño, para que la onda expansiva cubra más espacio.
No estoy loco, no soy malo pero, ¿quién riega mi árbol? si las raíces son mis neuronas y algunas ya ni funcionan. ¿Quién acciona? ¿Quién se queda? ¿Quién abandona? ¿Quién es digno de la corona? No hay un tronos a medida, no hay favor que me pidas que no pueda cumplir, sos la reina y yo el peón, este viejo tablero de madera mi perdición e incluso quizás ni ganes la partida, pero ¿Qué no daría yo por ver tu sonrisa?
Se que aún no me decifras, probablemente porque siempre actuó de maneras distintas, mi cerebro se fragmenta, a veces escribo en ordenador, a veces en papel y tinta, quizás los mejores textos que haya escrito sean los que no llegue a anotar, por las condiciones del lugar, por la presión de recordar mientras me hechaba a volar en un cielo de conceptos y como un tren autodestructivo fui rompiendo las vías que recorría... así que quizás si, estoy loco, pero lo acomodo dentro de una poesía, así se que está historia aún no está perdida.
