Retorno

23 4 2
                                    

Junio, 2010

Mi penúltimo año antes de graduarme como biólogo marino acababa de concluir. Todavía no decidí qué haría después, pero preferí no pensar en ello hasta el segundo semestre del curso venidero.

Había estado recibiendo cartas, lo cual me parecía extraño corriendo los tiempos que corren, pero eso no era lo preocupante. Las cartas eran anónimas, mirase dónde mirase no hallaba remitente y solo había dos cosas dentro, objetos que a primera vista eran normales, al menos un poco, pero con mi trasfondo aquello no lo resultaba del todo. 

Un trozo de papel arrugado con manchas de tinta que semejaban letras cortadas y una pluma con restos de pintura. Al principio no le di más importancia y guardé la primera en un cajón de mi mesita de noche. 

Dos días después recibí la segunda, tres días después la tercera y así hasta llegar a diez. No entendía cual era el mensaje que querían transmitir esas cartas, estuve horas examinando cada papel y cada pluma sin encontrar una respuesta. Girando y mirando un pedazo me percaté de algo. Cogí otro uniéndolos en mis manos, para mi sorpresa esas 'manchas de tinta' formaban una letra y entonces me vino la inspiración, la serendipia. 

Comencé a unir cada uno de los trozos de papel hasta que por fin descifré el mensaje oculto de estos y tan pronto puse una sonrisa en mi cara, se fue al leer el resultado de este. 

Tres palabras. Solo bastó tres palabras para acobardarme por completo. Empezó a darme taquicardias, me temblaban las manos y horrorizado me levanté del escritorio para alejarme, tropecé con la silla y me caí de culo al suelo. No sabía quién las envió, pero si era una broma, era demasiado pesada.

Pasó de nuevo.

Recuerdos intrusivos, amargos, cruzaron mi mente. Gente gritando, escapando, agonizando. Olores, panoramas desoladores, un pinchazo en mi cráneo y en mi pecho que a duras penas me dejaba respirar.

- ¡Ayúdenme, por favor!-

No otra vez, ya tengo bastante con las pesadillas.

- ¿Qué haces ahí?-

Revivir esos días una y otra y otra vez durante todos estos años.

- ¿No irás a abandonarme, verdad?-

Fui un cobarde, lo admito, he vivido mi vida siéndolo constantemente.

- Liv, por favor no te vayas.-

A lo mejor esto es una advertencia.

- Liv.-

O un castigo por mi conducta.

- ¡Liv!-

No supe reaccionar, estaba en el suelo porcelánico de mi habitación procesando lo que había pasado, estaba ansioso, mareado. Intenté recomponerme y levantarme, pero me dieron náuseas y tan pronto como me puse de pie, vomité. Maldije por lo bajo por el susto. Bueno, además porque tendría que recogerlo. Me acerqué un poco a mi escritorio, con la cabeza alta, mirando por el rabillo del ojo hasta que el sonido de mi móvil me pilló desprevenido y se ganó un pequeño grito por mi parte.

- Mierda.- Tiene gracia que lo primero que se me ocurre sea un taco.

Me acerqué vacilante al teléfono, en el peor de los casos sería un asesino que me advierte de que solo me quedan siete días de vida. O a lo mejor solo era mi madre. Terminé mi recorrido hasta él, sin mirar lo cogí y descolgué asustado.

- ¿Diga?- Encima lo dije tiritando y tartamudeando, me cago en todo.

- Hola Oliver, los de clase y yo vamos a dar una fiesta, ¿vienes?- Menos mal, había creado dioses imaginarios para rezarles por mi vida y se ve que me hicieron caso, pues solo se trataba de una compañera de clase que ni tenía agregada ni sabía su nombre. Estuve un rato reflexionando, me giré observando las hojas agrupadas y el montón de plumas, no respondí y de nuevo estuve absorto en mis pensamientos, para variar. Solo entonces, tuve la idea de qué hacer.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 30, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

EldclareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora