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Karina

Era Jueves por la mañana. Sinceramente había pasado unos días horribles, en mi mente solo aparecía una cosa y era Minjeong. No dejé de pensar ni un instante en ella, en cómo hacer que me perdonara, en cómo hacer que las cosas vuelvan a ser como antes... Pensé tanto que acabé mentalmente exhausta.

Entré a la cafetería para desayunar y me encontré a cuya persona no se iba de mi mente, a Minjeong en la mesa del fondo. Quise acercarme para hablar con ella pero estaba desayunando con un par de chicas y no era un momento oportuno para interrumpirla y que me mandara a la mierda.

Iba a ser complicado poder hablar con ella tranquilamente sin que tenga a alguien encima pero lo intentaría, desde luego. Al menos para hacer que esta espinita desaparezca. Desayuné mientras repasaba los apuntes del próximo examen y me fui hasta la siguiente clase.

La mañana pasó bastante rápida, no volví a cruzarme con Minjeong así que pensé que sería bastante complicado mantener esa conversación. Hubo una ocasión a la salida del campus que la vi, estaba sentada en uno de los bancos mientras leía un libro. ¿Estaba mal observarla sin que ella lo supiera? Se la veía tan tranquila, tan serena... Sólo me apetecía sentarme junto a ella y apoyar mi cabeza en su hombro. La echaba de menos.

Ojalá ser igual de valiente que mi familia. Los Yoo siempre se les ha caracterizado por ser echados hacia delante, por decir las cosas claras e ir siempre de frente. No quiero decir que no vaya de frente, pero si hubiera sido un poco mas valiente no estaría observándola desde el otro lado del campo.

Caminé hasta ella despacio, a pesar de tenerla frente a mí parecía tan inmersa en el libro que no me veía acercarme. Justo cuando apenas estaba frente a Minjeong una chica, que al parecer conocía, entró en escena asustándola y riendo tras eso, y yo, cual idiota, me quedé parada sin saber si irme o no. Total, Minjeong ya me había visto.

Tragué saliva al observar a aquella chica colgarse del brazo de Minjeong mientras que esta me miraba a los ojos fijamente. Fueron segundos que se hicieron eternos.

Di marcha atrás y me fui de allí lo más rapido que pude. Quizá lo mejor era seguir con mi vida tal y como estaba antes, quizá todo esto se me estuviera haciendo demasiada bola y lo único que le aportaba a Minjeong era estrés y problemas.

Antes de poder poner mis pensamientos en orden sentí como su voz me llamaba por mi nombre. Me congelé.

—¡Karina! Espera.

Minjeong me alcanzó y se puso frente a mí, pero a mi me daba vergüenza hasta mirarla a la cara.

—¿Qué querías?

—¿Cómo? —pregunté.

—Que estabas ahí, ibas a decirme algo antes de que viniera Rachel —así se llamaba aquella chica, pensé—. ¿Qué querías?

¿Debía decirle algo? ¿O no era el momento? ¿Debería irme o quedarme?

—Yo... Quería pedirte perdón por todo. Por lo de la cafetería, por cómo te trate, por ignorarte... —suspiré—. Lo siento mucho.

Me miró con aquellos ojos que tanto me gustaban.

—Da igual, Karina. Ya ha pasado, no te preocupes.

—No da igual, Minjeong. No debí tratarte así... No sabes cuanto me arrepiento.

—No, de verdad. He estado pensando en cómo reaccioné y fue bastante... intenso. Te pido disculpas por eso.

—No tienes que pedirme ninguna disculpa, Min...

—¿Te puedo preguntar algo? —asentí—. ¿Por qué me ignorabas siempre? ¿Te daba vergüenza que te vieran conmigo? Si es así no pasa nada, quiero decir, puedo llegar a entenderte pero... —interrumpí.

—Minjeong —dije para que me prestara atención—, jamás me avergonzaría de ti.

Noté como un pequeño rubor subía por sus mejillas y me contuve las ganas de sonreír.

—¿Y... y entonces?

—No quería que mi ex novio te acosara si se enteraba que éramos cercanas.

—¿Cómo? ¿Acosarme?

—Es lo que siempre hace cuando me encuentra con alguna chica o chico... Desde que sabe que soy bisexual ha sido un sin vivir.

—¿Perdón, has dicho bisexual? —reí ante su pregunta.

—¿De todo lo que te dije te quedas con eso? —alcé una ceja sonriendo, ella volvió a ponerse roja.

—Eh... No, yo no... Perdón. Es que me ha sorprendido, pensaba que tú...

—Ya, es lo que todo el mundo piensa —carraspeé—, pero créeme que no.

Minjeong esbozó una sonrisa y continuo hablando.

—Entonces... En un hipotético caso de que volvamos a hablar... ¿Ya podrías saludarme delante de la gente?

—Sigo teniendo miedo de que Soobin te incomode, pero en un hipotético caso... Sí, claro que quiero hacerlo. Siempre he querido.

—Sé cuidarme sola, no te preocupes por eso —comentó.

—Oye y una cosa más... —dije cabizbaja— Yo si pienso que tu y yo tenemos mucho que ver. Cada vez que recuerdo todo lo que te dije...

—Hey —agarró mi mano—, esta todo bien. Ya ni me acuerdo —sonrió.

—Minjeong... —rodé los ojos— Sé que lo haces, pero por favor, no pienses ni por un segundo que nada de lo que dije es cierto, ¿vale?

—Vale, Jimin. Lo haré.

La observé unos instantes. Parecía tan indefensa, tan pequeña... Me daba ganas de acurrucarla en mis brazos y protegerla. Era increíble la cantidad de sensaciones que me podía hacer sentir.

Me incliné hacia ella y la abracé sin previo aviso. Puede ser que nada mas rodear su cuello con mis brazos me arrepintiera de haberlo hecho, me dio vergüenza por si se reía o le parecía una ñoña, pero una vez noté como sus brazos me rodeaban la cintura y me atraían a ella todo se paró.

Nunca la había abrazado pero tenía claro que necesitaba esto para siempre. Su perfume olía tan bien, sentía que me protegía mientras me rodeaba con sus brazos. Poco a poco nos fuimos separando y la miré a los ojos.

—¿Y esto? —preguntó sonriendo.

—Llevaba tiempo queriendo hacerlo —dije y ella sonrió—. Gracias por entenderme...

—Solo tenías que explicármelo —subió su mano hasta mi mejilla y la acarició. Un millón de mariposas subió por mi estomago, apenas supe decir palabra. Ella habló de nuevo—. ¿Nos vemos después en la salita? —sonreí.

—A la hora de siempre.

la pequeña salita de la biblioteca - winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora