𝗰𝘂𝗺𝘀𝗹𝘂𝘁 › 𝗁𝗒𝗎𝗇𝗆𝗂𝗇

Chapitre unique.

Palabras cada vez más incoherentes y tensas se deslizaban fuera de sus resecos y sangrantes labios. Seungmin no podía pensar en algo más que no fuesen los toques en sus bolas y el anillo vibrante que rodeaba la base de su dura y colorada polla.

Sus brazos atados detrás de su desnuda espalda dejaron de forzajear para liberarse luego del cuarto orgasmo de la madrugada. Horas atrás clamaba por que lo dejaran irse y, ahora, con la voz quebrada, no podría hacer más que gemir y suplicar por que Hwang siguiera maltratando su ano.

-Ah... por el amor de dios- gimió el pelirojo, su voz ronca cargada de excitación; Su verga se enterraba tan rico en aquel apretado agujerito mientras sus dos manos se aferraba duramente a las caderas del azabache frente a él, sosteniéndolo más cerca, pero asegurándose de que su espalda pintada no lo tocara.

Desde la primera vez que vio a al chiquillo en aquel club nocturno, bailando y meneando su gran culo a la vez que disfrutaba de la música con sus amigos, supo que no podía descansar hasta tenerlo justo así; En cuatro, con sus caderas alzadas y dándole una excelente vista de su roja entrada. La cara pegada al suelo, sin poder siquiera controlar su cuerpo por tener las extremidades fuertemente atadas.

A su completa disposición, siendo sólo un maldito contenedor de esperma para el mercenario más corrupto y peligroso de la red oscura.

Hyunjin sintió su pene temblar dentro de kim una vez más. Sus testículos se apretaron y entonces sacó su miembro de la mojada cavidad para pintar de nuevo la espalda de Seungmin con sus gruesas tiras de semen.

-N-no te detengas, por favor... más...- tartamudeó el pelinegro y sintió cómo la sangre goteaba desde las marcas de mordidas en su nuca; Se sentía como una perrita en celo, tan necesitada mientras la inmovilizaban y arremetían contra su ano sin parar.

Todavía recuerda lo asustado que se sintió cuando esos tipos entraron a su casa mientras él se preparaba para dormir. Pidió ayuda, peleó e hizo su mayor esfuerzo por huir. Ahora agradecía que no lo hayan dejado escapar.

-¿Qué pasó con eso de que yo era un maldito cerdo asqueroso y ojalá me pudriera en el infierno, mmh?- el mayor cuestionó en tono burlon, obligando a kim a voltear su pegajoso rostro para verle a los ojos. -Mira nada más qué rico desastre. Eres sólo una putita tan buena, toda abierta para mí. Qué vergüenza debería darte.

Los párpados de seungmin pesaban, cargados de las lágrimas que danzaban por su rostro rojo y sudoroso; Ya no siquiera era capaz de contener la baba que empezaba a correr por su barbilla y cuello.

Min comenzó a dejar que bocanadas de aire caliente se escaparan mientras Hwang empujaba una vez más dentro de su ano, jadeando con cada movimiento y maldiciendo por lo bien que se sentía. Joder, sus piernas temblaban, su espalda goteaba sudor y semen mientras el pelirojo le clavaba los dedos en la cintura, dejando marcas moradas que ya empezaban a doler como la puta madre.

Y fue en ese momento que Hyunjin anticipó su próxima liberación, con la diferencia de que esta vez no dejaría que ninguna gota de su leche fuese desperdiciada y se enterró con fuerza hasta eyacular dentro de Seungmin.

-Tómalo todo, mi sucia perra. Siente cómo te dejo todo lleno de mis bebés- gruñó asegurándose de estar hasta las bolas, disparando cuerdas blancas y calientes.

Seungmin chilló sin poder aguantar más la presión en su verga, el nudo duro en su garganta cuando se dio cuenta de lo asquerosa que en realidad era la situación; Todo lleno de fluidos y con el rostro casi destrozado por los roces agresivos contra el rústico suelo de esa habitación. Siendo follado hasta el cansancio por un tipo que jamás había visto en su vida y que probablemente tenga más del doble de su edad.

Sus párpados cedieron, cerrándose cuando se sintió vacío. No sabía qué carajos pasaría al día siguiente, si al menos amanecería vivo o qué mierda, pero tampoco era como si eso le importara demasiado.

Mientras tuviera la gran polla de hwang hyunjin enterrada en su culo, lo demás no tenía valor alguno.

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