Cuando tú me tocas, me siento diferente. Ya no soy una persona inmunda que merece la muerte, sino que soy una estatuilla de oro, digna de ser colocada en algún templo o un castillo. Siento que soy feliz y que mi vida es perfecta.
Cuando posas mi mano en mi pecho, mi corazón brilla, dorado, por tus toque mágicos. Mis pulmones se llenan por completo de aire como muy pocas veces sucede en esta vida, y suspiro trágicamente, pues calmas mi mente y alivias mis penas.
No te merezco.
Se suponía que me habían mandado a este lugar a morir, no a enamorarme—si es que esto es enamoramiento—.
Cuando no estas cerca, percibo que la muerte se me acerca y toca cada parte de mi cuerpo con sus huesudos dedos; mi respiración falla, mi corazón deja de latir y de mis labios solo salen exhalaciones cortas y nauseabundas. Todo por sus dedos, tan diferentes a los tuyos, Midas. Tus dedos son duros, fríos como el oro. Y aun así, tus toque son suaves y entibian mi corazón.
Dime ya, ¿por qué lo haces?
Se supone que no se debe establecer contacto entre paciente y médico.
¿Es qué tratas de decirme algo?
Si es eso, me gustaría ampliar mi mente para entender, no te pido comunicación, pues tu voz hiela mi cabeza y no existe en mi universo.
¿Acaso buscas cariño?
No sé porque me habrías elegido a mí, entre todos los pacientes, soy el peor, ¿qué no has visto mi historial criminal?
¿Piensas que con tus toques podrás cambiarme?
Dejame decirte que lo estás logrando. Al menos logras cambiar mi comportamiento a tu lado, mas con las demás personas sigo siento el callado introvertido maniático que he sido siempre.
¿Ves en mí belleza alguna?
Dudo con todo mi ser que esta sea tu razón, ya que mi belleza a desaparecido desde que cometí mi primer atroz crímen.
¿Crees que en mí encontrarás peligro?
No me imagino que seas un alma temeraria, pues tu dulce exterior tal vez esconda tu verdadero ser. Sin embargo, si es así, no hallarás nada. Solo hago daño a los entrometidos estúpidos que osan fastidiarme de una u otra manera. Tú eres perfecta, jamás te dañaría....... ¿o sí? Lo haría si tu me lo pidieras, y eso te hiciera feliz.
Yo haría cualquier cosa por ti, Midas.
Con tal que me toques todos los días, y que me hagas sentir especial como solo tú me haces sentir.
******
¿Dónde estás, Midas?
Hoy día no tuve sesión contigo, sino con otra persona. Era un hombre muy peripuesto, pero al fin y al cabo simplón. No localize rastro de tu esencia en todo el recinto por el resto del día.
¿Qué te ha pasado?
¿Es que te han despedido?¿o quizás te has mudado?¿renunciaste? ¿algo te pasó de camino a casa?
Creo que me afecta demasiado tu hermosa e insólita presencia, por que no me has tocado hoy, y he tenido uno de los más monstruosos pensamientos que me hacen querer colgarme: sería mejor que te hubiera pasado algo al regresar a tu morada, que el hecho de que hayas renunciado.
Me odio, me odio mucho por siquiera atreverme meditar eso.
Pero se me es inevitable sentirme ofendido si el motivo de tu desaparición sin previo aviso es tu renuncia. Eso querría decir que no te importo, o que me detestas.
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Touch me, Midas
RomanceQuiero que me vuelvas a tocar, con aquella mano dorada y mágica que tienes. Quiero sentir tus toques dorados sobre mi piel otra vez. Quiero volver a ser dorado, a volver a brillar. Tan solo eso te pido. Vuelveme a tocar, Midas.