Glimpse of us.

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Las nubes grises cubren el cielo y el viento te hiela los huesos. Un momento lleno del silencio de la tarde de otoño y el murmullo de los árboles. Ella me sonríe, adormilada, con su largo cabello castaño cubriéndole los ojos y haciéndola lucir como el más bonito desastre. Algo que le habré comentado en alguna ocasión en la que mi mirada la atrapó con ternura.

Se estira con pereza y libertad, esa que uno disfruta cuando las responsabilidades están lejos y el tiempo parece pasar con la misma parsimonia que una fogata crepitante. Mi camiseta se desliza por su cuerpo como la misma seda lo haría, danza en sus caderas y adorna sus clavículas mejor que un collar de plata. Ella parece ser el único rayo de sol que ilumina la habitación teñida del azul sobrio del atardecer, como si a través suyo todos los colores tomaran vida. Con paso perezoso, me promete una sorpresa al volver de la cocina. Y es entonces cuando me vuelvo a encontrar solo.

El tiempo pasa y los minutos bajan. La lluvia comienza a caer y el aroma a café caliente llena el apartamento, llega hasta mí y me nubla la mente por un rato. Me quedo mirando el umbral de la puerta, esperándola. Hasta que veo tu sombra. Sí.. es tu sombra. Una silueta que reconocería en cualquier lado. Te quemaste con el agua caliente y salpicaste mi camiseta con café, y vienes hacia mí, a punto de contarme lo sucedido con tu habitual drama y tus lloriqueos falsos que me hacen rodar los ojos con cariño. Y sin darme cuenta, te espero con los ojos brillantes, espero oírte maldecir al aire y echarle la culpa de tu desgracia a los objetos, como siempre tuviste por costumbre cuando estábamos solos. Pero cuando te acercas, tu silueta se transforma y ella surge de tu sombra. Está tan tranquila como un lago dormido y la camiseta está intacta, sin una sola mancha.

Prepara el café como me gusta, lo aprendió al verme hacerlo. Jamás se pasa de azúcar y hasta ahora no ha roto ni una sola de mis tazas por usar demasiada fuerza para mezclar y hacer "la espuma necesaria". Lo tomo con una sonrisa agradecida y el lugar a mi lado en la cama se vuelve a ocupar, ella vuelve a enredarse en las sábanas junto a mí y no tenemos nada para hacer. O para hablar. Y me gusta, siempre me gustó la compañía silenciosa. Pero resulta que el café tiene la espuma necesaria y ahora son tus brazos los que me rodean como una enredadera que crece a lo largo de mi cuerpo. Y es tu voz junto al petricor de afuera, y el café caliente y los truenos que te asustan y te hacen apegarte a mi pecho. No te callas, nunca lo hiciste, y justo en este momento estoy seguro de que jamás lo harás.

Sin embargo, respiro profundo y en silencio, porque sus labios están sellados y temo que se abran para preguntarme si estaba pensando en algo más.

Tararea con gentileza una melodía que hemos tocado juntos en el piano; ese mismo piano marrón que tengo desde los catorce años, la historia que nunca le conté pero que tú escuchabas fascinado cada vez. Su voz es templada y clara, como un té de hierbas. Pero no puedo dejar de oír tu voz de caramel macchiato sobre la suya, y tus canciones pop insoportables, y tus risitas tontas cada vez que te decía que te callaras.

Pienso que se ha dormido, pero voltea hacia mí. Contempla mi rostro con una calma incapaz de ser perturbada ni por los truenos, ni por los rayos, ni por el mismo granizo. Porque está conmigo, sabe que está bien. Si tan solo pudiera estar con ella también...

Su toque se pasea por mis brazos y toca mi corazón con la yema de sus dedos, y siempre espero poder suspirar ante su calidez con genuino amor, pero en el fondo de mi mente aún estás tú ahí. Trazando garabatos en mi pecho con tus dedos manchados con grafito, y dibujando mi rostro de perfil, y robándome sorbos del café supuesto a ser mío. Con tus molestas fotos espontáneas y tus risitas irritantes que me recordaban que siempre te salías con la tuya.

Y en su paz aún espero tu llanto irracional y tu pasión furiosa que jamás fallaba en recordarme que estabas tan vivo como yo y tan dispuesto a vivir cada segundo de tu vida con anhelo. En sus ojos avellana aún espero una mirada soñadora y tan despierta como fuegos artificiales. Y en nuestras tardes calmas aún espero una escapada sin planear en bicicleta hasta rincones inexplorados de la ciudad, donde nos perderíamos y discutiríamos sobre cómo debíamos haber planeado las cosas mejor.

Ella es un manantial, es una estrella fugaz, un cielo despejado. Es perfecta. Pero si es tan perfecta ¿por qué aún espero un volcán, una corriente que me lleve ante el menor descuido, una palabra demás, una pregunta adicional, unos pasos ruidosos al despertar? Desearía que te hubieras ido con todo tu caos y desequilibrio, pero los has dejado aquí. En los rincones del apartamento; en los rincones de mi mente, en cada recuerdo que conservo de nosotros. Y creo que jamás volverás a buscarlos.

Así que tendré que vivir condenado a mirarla, y en sus ojos ver un destello tuyo; un destello de nosotros. 

glimpse of us // yoonkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora