Capítulo único

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Lo que estaba sucediéndole le parecía algo totalmente distorsionado, algo completamente distinto a la realidad a la que estaba acostumbrado.

Los roncos y desinhibidos gemidos que salían de los apetitosos y tentadores labios del hombre que tenía frente a sí eran como música para sus oídos, el calor abrasador que se desprendía de la piel del joven, cuya gran mano permanecía en sus cabellos, sujetándolos con la fuerza necesaria para mantenerlo en su lugar sin lastimarlo. La imagen que sus ojos absorbían era tan adictiva que lo tenía fuera de sí, sus orbes ardían debido a que se negaba a parpadear demasiado, pues no quería privarse ni por un segundo de aquella vista.

- ¿Qué demonios estoy haciendo? -pensó JunMyeon en medio de la espesa bruma de placer que nublaba su mente, sus pensamientos estaban tan revueltos que aquella pregunta era lo único que había sido coherente en los últimos quince minutos, más allá de ello, sus neuronas no habían logrado coordinarse y formar algo racional.

¿Alguien podía culparlo por sus acciones? Definitivamente no, estaba arrodillado entre las fuertes piernas de un hombre alto y guapo que recién conoció hace menos de dos horas, importándole una mierda ensuciar su pantalón azul claro por estar sobre el suelo de un baño de un bar, y lo estaba disfrutando como un loco; su mano derecha y su boca estaba envuelta en largo pene del joven, su mandíbula dolía, pero no estaba dispuesto a detenerse.

Aún no podía llegar a una resolución, no decidía si quería golpear a Byun BaekHyun o si quería agradecerle por haberlo arrastrado a ese bar de mala muerte al que nunca, ni si quiera a cambio de un buen pago, habría ido por cuenta propia. Y es que la culpa de que estuviese en una situación tan extraña como aquella no era de nadie más que de Byun, el joven, tan inocente como ingenuo, había comenzado una amistad con un hombre que conoció en internet y, luego de casi un año y medio de escribirse con el tal Loey, acordaron conocerse en persona.

Una idea muy estúpida en opinión de JunMyeon, quien terminó riñendo a BaekHyun por ser tan descuidado y acudir a una parte de la ciudad con mala reputación por ser bastante peligrosa, sólo para conocer a alguien que perfectamente podía ser un secuestrador. Al ver lo estúpido e ingenuo que era su amigo (pese a tener 24 años ya), tuvo que cancelar una reunión de trabajo para acompañarlo y asegurarse de que estuviese bien; al llegar se sentaron en la barra, conversaron un buen rato hasta que se percataron de la presencia de dos hombres altos a su lado, quienes los miraban con demasiada intensidad.

JunMyeon no era alguien que juzgase de buenas a primeras a la gente, por el contrario, procuraba conocer a las personas, aunque fuera un poco, para poder crearse un juicio, sin embargo, mentiría si dijera que no se asustó al ver las intimidantes pintas de ambos jóvenes, quienes por sus ropas obviamente eran motociclistas; supuso que por las muecas en sus rostros pensaron algo similar de él, la gente solía decir que su aspecto, por más que él procurase verse casual, solía gritar a los cuatro vientos que era caro, lo que casi siempre terminaba en que lo etiquetaban como alguien pomposo y arrogante. Los cuatro intercambiaron miradas, analizándose en un incómodo silencio que se prolongó durante alrededor de tres minutos.

- ¿Eres BaekHyunee? -preguntó el hombre más alto, rompiendo el silencio. Los ojos del aludido se iluminaron y JunMyeon no supo si fue por la voz ronca del hombre o porque era totalmente el tipo de su amigo.

- Si, soy yo, ¿ChanYeol? -el famoso Loey asintió con una enorme sonrisa y JunMyeon sintió que el alma se le caía a los pies al ver que ambos tomaron asiento, uno a cada lado de ellos, encasillándolos. Su plan de irse discretamente había sido frustrado.

La conversación comenzó a fluir con naturalidad entre ChanYeol y BaekHyun, al contrario de JunMyeon y el otro chico, quienes permanecieron en silencio observándolos durante un buen rato, hasta que el par recordó la existencia de sus acompañantes casi por mera casualidad, todo porque Loey iba a pedir un par de bebidas y miró a su acompañante en el proceso.

Tácito - SeHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora