Prefacio

275 14 2
                                    


Volverte a Ver.
Más allá de Aberdeen. Parte 1

¿Les suena el nombre? ¿Quieren saber que tanto cambio? ☺️

(Versión sin corrección de estilo)

New York, julio de 1913.
Él sentía como su corazón retumbaba contra su pecho, mientras que el sencillo acto de respirar se había vuelto algo cada vez más trabajoso conforme el trasatlántico se acercaba al puerto. Con ambas manos se llevó el flequillo del cabello hacia atrás, guiándolas hasta su nuca, la cual apretó con fuerza por unos segundos. Intentó relajarse, por lo que cerró los párpados para tomar una gran bocanada de aire y sentir la fría brisa marina de la mañana en contacto con su piel, aquella brisa que le daba la bienvenida a su nueva vida, una que comenzaría por convicción y no por imposición de su familia.

Como desde mucho tiempo atrás le sucedía, vio aquellos destellos rojos cuando cerró sus párpados, le tomó un poco de tiempo darse cuenta que la ansiedad que sentía siempre se reflejaba así, destellos casi inexistentes que le daban una alerta sobre que no todo estaba bien, y él lo sabía. Por unos segundos la visión cambió, ahora era ella, recordó cómo la primera noche en aquel barco había permanecido todo el tiempo despierto pensando, entre otras cosas, en que la había dejado del otro lado del Atlántico, allá, en Aberdeen, muy cerca del Mar del Norte y del Río Don, aquel que cruzaron tantas veces por su antiquísimo puente. Ahí donde le había pedido un primer beso, uno que ya no se había podido replicar más.

Sobre el Puente del Don, en Aberdeen, había sucedido aquello, pero en ese momento se encontraba más allá de aquel lugar, mucho más allá de Aberdeen.

Abrió los párpados de golpe mostrando su oscuro mirar, sus ojos como almendras, algo exóticos decían siempre, sobre todo por ser casi negros. Dejó que su vista se perdiera en la lejanía al tiempo que la brisa seguía jugando con su cabellera, no corta, no larga, pero sí lo suficiente para que le rozara las orejas y un flequillo cayera sobre sus sienes, cabello tan oscuros como sus ojos que contrastaba con su piel blanca.

No quería pensar, pero ahí estaba, cuestionándose. ¿Había hecho bien en realizar aquel viaje a lo desconocido?, ¿había hecho bien al dejar todo? Al parecer a veces moverse no era lo mejor, pero ya estaba ahí... ¿Por qué seguía pensando en ella?, ¿porque sentía que la había dejado? Tantas cosas que analizar, en las que poner toda su atención y... de nuevo pensaba en ella. A quien tenía toda intención de comenzar a cortejarla de manera formal, con quien ya podía decir que tenía algo más que una amistad, ¿o no? Solo recordaba aquel único beso compartido, recordaba a Beth, su Àlainn; Matthew no conocía mucho sobre la lengua materna de su abuelo, el escocés, sin embargo de las pocas palabras que entendía, àlainn era de sus favoritas, y Lizbeth, sin duda, así le pareció desde que la conoció: hermosa; con esa sonrisa insinuada, iluminada por un rayo de luz que se había colado de entre las ramas del abedul plateado donde, sentada sobre el pasto, recargaba su espalda. Apenas había levantado la vista de su libro para verle, sonreír, saludar con cortesía y continuar con lo suyo. Esa actitud indiferente fue lo primero que le atrajo, alguien quien no estaba interesada en él, y no es que precisamente hubiese muchas mujeres que tuvieses un interés, romántico o no, hacia su persona, más bien a las damas, y a los caballeros, les daba curiosidad el conocer que tan cierto era aquello de que poseía una afilada lengua, o, en todo caso, era un interés directo en el prestigio del apellido de su familia.

Aún recordaba aquel día, como desde una distancia prudente, desde donde se encontraba él con los demás, su hermana, Payton, incluida y una amiga de la misma; la veía de reojo, analizando como la mancha de luz solar se deslizaba de apoco por su rostro, caminando milímetro a milímetro con cada segundo que pasaba; un fugaz resplandor le entregó un vista maravillosa de ese iris azul claro, lo cual fue como una invitación para levantarse del pasto y dirigirse a ella.

Volverte a Ver. Más allá de Aberdeen, parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora