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Su padre bien le había dicho que escogiera otra carrera, una donde podrían pagarle al menos donde caer muerto, no uno donde apenas le alcanzara para pagarse una vida decente, pero que podía hacer Will era alguien terco, amaba la historia los libros, de pequeño pasaba todas sus tardes en la biblioteca de su pueblo, en espera de su padre que se iba de pesca largas horas del día, prefería ahogarse en historias que estar solo en casa sin hacer nada. Fue así como siguiendo su propia pasión o costumbre se dedicó a la enseñanza, salió con los mejores honores en una escuela del estado, no tenían donde caer muertos los dos así que tampoco podía ir a una universidad privilegiada como muchos.

Pero como todo anciano mal humorado, tenía razón el desgraciado al principio pudo sobrevivir con un salario de profesor, pero con el tiempo se hacía más difícil, el sueño de una casa propia parecía tan lejana además de las horas extra que tomaba para finalizar el mes, no le ayudaba mucho a su vida personal, hasta esta edad de casi los 30 no consiguió una familia como lo había esperado de joven, que risas podría darse al recordar sus promesas. Niño inocente.


-Voy a estar bien, enserio tengo algo ahorrado. -Suspiraba mientras hablaba con su padre en un teléfono público en medio de la carretera, había enloquecido según el señor Graham, dejar todo, vender hasta lo último que podía para irse a vivir en medio de la nada para seguir su pasión y quizá hacer un libro, sonaba como un loco.


-William, ya no eres un niño, puedes volver a casa, sé que son tiempos difíciles, pero no hagas esto. - Pedía casi en un ruego aquel anciano.


-Ya sé que no soy un niño, esta no es una decisión tomada al azar, quiero hacer esto, quiero lograr dejar una marca. - Miraba alrededor, todo era oscuridad, pero a él no le daba miedo eso, tantas historias de terror contadas, nada podía asustarlo. - Estaré bien, papá, deja de preocuparte, ya lo veras mi libro en los estantes de todas las librerías.-


-Ya casi nadie lee libros Will.-Resignado el sujeto solo suspiro. - Cuídate, por favor y si necesitas donde estar, saber que puedes volver siempre a casa. -


-Lo sé, pero como te digo, estaré bien, te dejo debo seguir mi camino. - Antes de escuchar más sermones de su padre decidió colgar, cerro los ojos un momento tratando de convencerse de que, si fue una gran idea esta, miro el cielo un segundo, la luna no estaba, que desgracia tanto que amaba verla.

Volvió a su auto viejo con apenas unas cajas que representaban lo poco que le quedaba de su antigua vida y marcho hacia ese lugar donde su editor tan amablemente le presto un hogar donde estar, no se lo dejaba, claro que no era una excelente casa que había heredado hace tanto pero no tenía tiempo de cuidarla, así que Will con su poder del debate logro al menos ser el cuidador del lugar, mientras escribía un libro ¿Tema? Aun no lo había definido, lo cual era malo.


-Toda ira bien. -Se convenció a si mismo mientras veía el amanecer aparecer lentamente. Wisconsin, un lugar bastante agradable cerca de las orillas del mar, todos podían ver que era un lugar muy agradable con altos edificios, abrazado por el frio de las fronteras canadienses, pero Will no terminaría en una de esas ciudades, no claro que no.

Porque su suerte jamás fue la mejor.


Adentrándose al bosque, casi donde la carretera no existía, con miedo de perderse en medio de la nada, termino encontrando un pueblo, algo anticuado por la época en la que estaban, pero, bueno mientras más alejado de la sociedad, mejor. La gente amablemente le indico donde debía llegar, así fue como alejándose un poco del pueblo (Vaya suerte) encontró una casa de madera, dos pisos de alto, estaba bien hasta que noto que estaba tan abandonada como el mismo, había mucha maleza de las plantas, además que estaba casi al pie de un extenso bosque, con mucho cuidado abrió la puerta, empezando a toser por todo el polvo que se levantó ante su llegada, suspiro tratando de pensar cuanto tardaría en poner este lugar "decente".

Wendigo (Hannigram AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora