A. INTRO

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El tiempo que pasa, nuestros sueños


Fuera del camino donde tan solo se encontraba gente ocupada, siguiendo una ruta predeterminada, a lo largo de un camino desierto y después de pasar un gran laberinto de paredes de cemento vacías, pude ver una valla que llevaba a la entrada a una fábrica.

Parecía abandonada, sus paredes de metal no estaban en muy buenas condiciones, además de estar rodeada de vegetación silvestre.

En la puerta de la valla se encontraba una señal de advertencia, la cual me fijé "Prohibido Entrar". Hice caso omiso a dicha advertencia y me dispuse a cortar la hierva que mantenía cerrada aquella puerta de alambre.

Y como de costumbre, se podía escuchar un latido familiar en la distancia. Caminé hacia la fábrica, escuchando cada vez de más cerca la música que sonaba, resonando por cada centímetro oxidado del lugar.

En cuánto me encontré parado frente a la puerta de hierro, la abrí. Mis amigos estaban bailando al ritmo de la música, al ritmo familiar, moviendo sus pies al compás, ese era el mejor latido. Este era nuestro propio espacio, donde siempre éramos bienvenidos.

Cuando los chicos levantaron su mirada y me vieron, uno por uno, mi sonrisa iluminó mi rostro. Estas son las caras que nunca me cansé de ver todos y cada uno de los días, porque era nuestro espacio, donde reíamos, llorábamos, discutíamos, bailábamos y cantábamos.

Era el lugar donde se juntaron nuestros sueños y dónde sentíamos que podíamos cumplirlos. Nuestro escondite y nuestro propio mundo, separándonos del mundo adulto.

𖦹

Ahora mismo, es un momento vacío de compromisos y de tranquilidad.

Es el momento antes de que abriéramos esa puerta.

𝐀𝐭𝐞𝐞𝐳 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐲 𝐏𝐭. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora