Escena erótica muerta.

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¡El diablo es quien empuña los hilos que te mueven!, hipócrita lector.

Restos de motivos,
Medios relativos,
Cómodo tras el umbral,
Espacio caótico y ritual.

Escena erótica muerta.

Las velas los rodeaban, a esos compañeros de clases, a ese par de adolescentes perdidos. Ambos utilizando su uniforme escolar, como si no les importara ocultar su personalidad pública dentro de su reducida realidad de escuela y pocos lugares más. Encerrados con sus suspiros y cálidas velas que les roban el oxígeno, los dos enfermos solitarios se disponen a cumplir su cometido, la mente del pervertido se inunda de ideas sucias y exageradas, más nada que una persona común no pensaría. Por otro lado, la chica de cabellos cortos, degenerada más que pervertida, desquiciada dirían los más inocentes; Su mente estaba llena de odio, odio por un mundo que a su al rededor, lucía tan feliz, su corazón, por otra parte, estaba latiendo rápido, lleno del mal más oscuro que podía traer esa noche, su cuerpo ardía, la violación, el veneno, el puñal, el incendio, todo eso consumía su alma rápidamente. Ambos habiendo dejando atrás sus zapatos, se empiezan a despojar de sus prendas, el chico, por más de estar perdido, no perdió el instinto, en poco tiempo ya estaba totalmente desnudo, como si no le importara asesinar el momento con su estúpida imprudencia. La chica, impregnada de un aroma atrayente, como el aroma del mal, ese perfume misterioso, aquél que jamás oliste u olerás, se empieza a desnudar, no solo a ella como a sus intenciones que las hormonas del idiota vuelven a cubrir, desabotona su blusa lentamente y con pasiencia, se expone de a poco, como intentando atraér a esa mosca a su dulce cuerpo, lleno de curvas, al igual que lleno de un innminente final. Se empiezan a acercar, para cuando ya se acercan lo suficiente, la enferma, con una navaja que guardaba entre su falda y su abdomen apuñala al pervertido, perfora su manzana de Adán y lo tira al suelo, retira el arma y hace presión contra su boca, para cortar ese grito estruendoso que nadie oirá, patea sus genitales y con la misma arma blanca corta su pene en un corte sucio y de serrucho, al creído pervertido ya no le quedan fuerzas para gritar, mientras tras sus lágrimas ve como la chica, en un acto que le parecía macabro, masticaba su pene. Murió de manera patética, la degenerada, seguía con su cruel acto, se notaba más complacida que al inicio, lubricando sus labios mayores con la sangre de la garganta de quien se suponía, sería su acompañante, adentraba más sus dedos, tocaba con delicadeza su clítoris, más, no llegó a un orgasmo hasta que, decidida, apuñaló su abdomen, el dolor fue indescriptible, más eso la hizo sentir viva por primera y última vez, se empezó a humedecer sin la necesidad del líquido carmesí, su respiración se agitó, aunque, lamentablemente no le quedó ya casi tiempo hasta que las velas se apagaron y su cuerpo que al fin sintió placer también.

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