Comienza la fantasia.

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Silencio, eso era lo único que podía escuchar aparte del galopar del caballo y el choque de las llantas contra pequeñas piedras en aquel carruaje.

Aunque el ruido no la inmutaba, se sentía vacia en aquel recorrido eterno directo a su final.

- Recuerda seguir nuestro plan~

Un susurro silencioso proveniente de la oscuridad resonó en su cabeza agudizando todos sus sentidos de golpe.

- O no veras el próximo amanecer.

El juguetón tono de voz era aterrador y le gritaba fuertemente huir de esa prisión, aunque era un sueño imposible  al estar atrapada en aquel contrato que firmó sin prudencia días antes.

- Deseabas ser envuelta en el calor de un príncipe que te salvará de tú realidad ¿No? Una vez que la sangre del heredero menor recorra todo tu cuerpo, el deseo de Yashiro será cumplido.

Apretando la mandíbula en un intento por forzar sus lágrimas a no derrumbarse solo podía recordar todo lo que había vivido y como la suerte nunca estuvo de su lado ni en su peor momento

- Lo siento querida, no llores más, no pasa nada~

El susurro paro, no por que fuera consiente de toda la tristeza en la chica, si no que le encantaba admirar su rostro de desesperación luchando por ocultar sus lágrimas, era un hermoso espectáculo de dolor.

La falsa princesa casi cae cuando el carruaje se detuvo bruscamente frente a aquel gran Palacio al que pensó nunca volvería.

- Vamos, Entra y cumple con tu parte, tal vez después puedas llorar en paz, claro, si es que sobrevives.

la apariencia del propietario de aquella misteriosa voz se mostró por fin, ojos color ámbar sin brillo y sonrisa burlona es lo que lo ardonaban, una apariencia más tenebrosa en persona que descrita.

- Solo tienes hasta las 12pm, las campanas sonarán en ese momento así que apresurate, ¿sí?

Ofreciéndole a la pobre dama un pañuelo y la máscara que ocultarla su identidad por esa noche.

- ...

En medio de una sonrisa y una reverencia de despedida, El carruaje y el chico desaparecieron entre las sombras.

- Lo siento mucho...

Dando un gran suspiro para relajarse y limpiar sus lágrimas con el pañuelo, se acercó a la puerta del palacio resguardada por varios guardias, Los encargados de mantener la paz en el baile de esa noche. Ella sabía que algo terminaría mal incluso con su presencia.

Cuento Sin Fin. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora