Papá, ¿quién le dio color al mundo?

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Estoy atorado en una habitación donde todo es color blanco; una habitación donde el techo, las paredes, el suelo, incluso el ventilador, son de color blanco. En las noches, aquello que emana la bombilla no irradia tranquilidad, lo único que hace es atravesarme cada vez más con sus haces de luz llenos de blanco. Una habitación que no admite la imperfección, una habitación que no admite los pensamientos impuros no puede ser una habitación, me siento como reo que, apresado en lo blanco, se ahoga en el mar de los pensamientos que lo atormentan. También hay en la habitación una ventana pequeña, tan pequeña como la esperanza que tengo de algún día poder salir de estas 3 paredes que hacen de mi vida una escena donde la tribulación es quien dirige la obra, por esa pequeña ventana se escapan mis suplicas, la brisa se lleva mis palabras intentando así que estas lleguen a ti y puedas pintar mi habitación con el color de tus besos. Cierro los ojos tratando de escapar de la perfecta/imperfección de mi habitación y me encuentro contigo. Estás tú plasmada en mi mente pintando con tu barniz de uñas los rincones de mi conciencia. Todo empieza a cobrar sentido y mi cuerpo poco a poco empieza a morir, empieza a seguir tu rastro, a seguir la marca que deja tu vestido en el camino, a huir contigo al mundo de los colores, donde ambos podemos terminar esta historia. Despierto.
La mañana se asoma y he decidido ir a recorrer la ciudad, tal vez exista algo en este lugar que me permita sobrellevar mi vaga existencia. Observo los edificios y noto que son estructuras tristes, no son más que inmensas dagas que lastiman a cielo azul, el cielo si tiene vida; ya desearía esta ciudad tener algún parecido con el cielo o con la vida. Parece que no hay donde ser en mi nuevo hogar, todo es tan insípido, tan sobrio, tan muerto, ¿Acaso la muerte le da color a la vida? ¿Acaso los grandes edificios, las extensas carreteras o el ruido de la gente no es más que una forma de pedir ayuda? Que alguien los ayude, que Dios se apiade de ellos y de sus miradas. Regreso al sitio donde estoy alojado y entro en aquella habitación de perdición, leo un poco para conciliar el sueño, pero lo único que consigo es divagar en mis pensamientos y, sin darme cuenta, después de unos minutos he logrado dormir.
¡Lo he conseguido! He tenido una revelación mientras descansaba y gracias a esta he llegado a la conclusión de que todos llevamos muerte, todos cargamos con ella y vivimos sin darnos cuenta de que está presente desde que nacimos. Mi corazón late a gran velocidad y no puedo controlar muy bien mi cuerpo, sé que Dios me ha dejado esta tarea, me ha dicho que debo salvarlos y darle vida a su vivir, el cambio debe empezar por mí, ¿no? Tengo que ser el primero en romper este círculo vicioso de tristeza. Rápidamente ingreso al baño de mi habitación y con mi mano izquierda sostengo mi navaja de afeitar, la respuesta siempre estuvo cerca de mí y he sido tan tonto que no lo he notado, paso lentamente la navaja sobre mi cuello y con la sangre que brota de mi herida empiezo a pintar las paredes, el techo, el maldito ventilador que no hace más que insultarme con su estruendoso sonido, por fin he podido cambiar la simpleza de mi habitación, la vida ha brotado en ella al igual que mi sangre, espero la prensa tenga un buen encabezado para mi acto, no merezco menos. No ha sido muy inteligente jugar con la muerte, pero es la única capaz de hacernos ver que existe la vida, vida que acaba para mí el día de hoy. Le dejo a la humanidad mi mejor obra de arte.

Tengo que hacer que las personas sepan como cambiar los colores que los esclaviza, salgo de mi habitación y me encuentro en medio de mucha gente, me miran y no hacen más que gritar o correr asustados, no saben que soy su salvador. Empiezo a correr y no hago más que generar más escándalo, nunca la ciudad había estado tan activa, tan viva...
Por un instante todo ha sido diferente, parece que el tiempo se hubiera parado sobre todos los habitantes y en vez de correr apresurados por las calles, ahora me observan, observan el hilo de vida que dejo mientras me alejo y recuerdo algo que mi padre me dijo un día – Si dios no hubiese descansado el séptimo día quizá le habría dado tiempo de pintar el mundo –.

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⏰ Última actualización: Jul 12, 2022 ⏰

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