Capítulo 26:

13 6 0
                                    

Nadie se esperaba que esa persona volviese a nuestras vidas, porque las personas somos imprevisibles, la vida es imprevisible. Nunca sabemos lo que nos espera cada día al despertarnos.

-¡¿Qué coño haces aquí?!- espetó Jey.

-Jey... deja que se explique- le dije.

-Yo tampoco quiero estar aquí, te lo aseguro.

-Joder, Paula, no puedes aparecer así sin más... después de todo lo que le hiciste a Jey menos.

-¿Quieres decirnos de una vez por qué estás aquí?- dije ya fuera de tono.

-Me presenté a un casting de una película... y... me han cogido.

¿Paula actriz?

-Nos estás tomando el pelo...- dije.

-Os prometo que no... no nos dijeron nada. Ni qué película sería, ni dónde, hasta que nos dijeran si habíamos sido seleccionados o no. Antes de ayer me enteré de que se grabaría aquí y... esta residencia es la más cercana. Pero tranquilos, no os molestaré.

-¿Por qué te molestas en venir?- dijo Jey dolido.

-Sólo quería que lo supieseis- dijo fríamente.

-Adiós- dijo María invitándole a irse sarcásticamente.

-Veo que sigues igual de maja, vaya...

Y se marchó por la puerta, así, sin más.

Todo había empezado en la comida, estábamos hablando tranquilamente.

-Bueno... María, ¿qué tal llevas el libro que estás escribiendo?

-Lo he acabado.

-¿Enserio? ¿Puedo leerlo?

-Eh...- dijo insegura.

-No me ha dejado ni leerlo a mí- intervino Jey.

-Porfa...- insistí

-No sé...

-No te voy a juzgar, María. Un trozo, por favor...

-Me lo pensaré- pero, para mí, fue un rotundo no.

Seguimos hablando sobre Chris, qué tal le iría.

De vez en cuando le llamaba o le escribía, pero siempre, o casi siempre estaba haciendo cosas. Consiguió un trabajo, en el que estaba feliz, al lado de su familia, cerca de su casa, y además le pagaban bien.

Me habló de volver a visitarnos, y me dijo que lo intentaría cuando pudiese, pero que sería difícil. Nos echaba de menos.

Cuando hubo un silencio incómodo todos oímos el timbre. Jey se levantó, y cuando vió que era Paula volvió a la mesa.

-¿Quién era?- preguntó María.

-Nadie, se han equivocado.

Paula empezó a aporrear la puerta.

-Ya, y por eso están intentando tirar la puerta a abajo- dije mientras me levantaba.

No miré quién era antes de abrir, y cuando ví que era Paula maldije por dentro.

Después, nos explicó por qué estaba aquí, y cuando se fue, Jey seguía pálido.

-¿Estás bien?- pregunté- ¿Quieres un vaso de agua?

-Sí, por favor- casi me lo suplicaba.

-Pensaba que la habías superado- dijo María.

-Yo también...- reconoció.

Nunca llegué a odiarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora