Let you down.

I

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"Si pudiera hablarte con sinceridad te diría todos mis miedos y privaciones.
Si pudiera sentirte te quitaría todo ese dolor..."

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Akutagawa suspiró con cierta nostalgia al mirar por la enorme ventana del despacho de Dazai como las nubes pasaban a ritmo lento en el cielo mientras que las personas caminaban aceleradas en el suelo, como si viviera en una dimensión totalmente diferente, justo como el albino se sentía en esos momentos. Diferente y aislado del resto a pesar de que ahora sentía más que nunca el cuidado de sus tutores.

Dentro del laboratorio las cosas parecían volver a la "normalidad", al menos en el exterior pues a pesar de los meses transcurridos y de todo el esfuerzo que todos habían puesto para reponer todas y cada una de las muestras destruidas por Chuuya durante su última visita en su arranque de ira, parecía que el trabajo dentro del laboratorio nunca terminaba, peor aún, hasta se multiplicaba exorbitantemente.

Y lo cierto es que el albino debía dar gracias a cualquier ente sobrenatural que reinara en los cielos que el castaño de verdad lo necesitaba en el laboratorio para ayudarlo y no dejarlo encerrado en casa y la verdad es que cómo no preocuparse ya que al principio Chuuya y Dazai ya estaban pensando mandarlo a vivir una temporada con su abuela, la amorosa madre de su tutor de cabellos azulados.

El problema era que la mujer solía ser demasiado demostrativa con las muestras de afecto hacia el joven albino, al punto de la asfixia y el hartazgo; ahora comprendía de dónde había heredado Chuuya ese sentido maternal tan extremo. Por suerte, y después de varias suplicas con lágrimas incluidas, sus tutores decidieron reingresarlo como ayudante en el laboratorio.

—Sé que es una tortura el todavía no poder terminar siquiera con el trabajo de hace un año. —Suspiró el castaño, tronando los huesos de su espalda en un vago intento por destensar su rígida posición. —Pero sabrás que las muestras que fueron destruidas ya se encontraban en su etapa final y para poder volverlas a conseguir hay que volver a hacer todo el tedioso proceso de nuevo, eso incluye tomar nuevas muestras y sacar nuevas sepas.

—Si, lo comprendo... —De cierta forma el albino sentía que todo aquello era enteramente su culpa. De no haberse escapado con Atsushi ese día, Chuuya no hubiese destruido todo el laboratorio y ahora Dazai no tendría sobre sus hombros la enorme carga de trabajo que parecía ahogarlo día con día y que también lo alejaba noches enteras de su hogar y de su amoroso y temperamental esposo.

—Es una suerte que el abuelo nos esté ayudando al menos con los sujetos de prueba, de no ser así tendría que volver a recolectar las muestras yo personalmente y me tomaría todavía más tiempo obtener los resultados finales. —El "abuelo" o como Dazai solía llamar a su padre, no era nada más ni nada menos que el mismísimo Rintaro Mori. Un gran médico de prestigio entre las élites del gobierno que no solo había estado en el ejercito sirviendo con honores sino también era el encargado del hospital principal donde se atendían los casos de ataques hacia civiles por parte de los usuarios de habilidad. —No quiero ni imaginarme cómo me va a cobrar después este favor que me está haciendo, pero supongo que ya nada puede ser peor...

—El abuelo siempre tiene tiempo para ayudarnos a pesar de su ocupado trabajo y no creo que esté haciendo esto para molestarte o por querer obtener algo, creo que es una buena persona. —Razonó, recordando cómo una vez había visto al esposo del azabache, el señor Fukuzawa, cargarlo como si no fuese más que un bulto de plumas, renegando de la falta de sueño que el doctor siempre cargaba encima por literalmente vivir en el hospital. —Deberíamos ir a visitarlos algún día...

Lo último fue más bien un susurro para sí, sin embargo el castaño lo escuchó perfectamente, sonriendo de forma ladina al imaginarse un cambio de aires para Ryuunosuke dentro del hospital de su padre; tal vez aquella fuera la mejor solución para todos, incluso ya había hablado seriamente con Chuuya con respecto a cambiar de domicilio por temor de que ese mafioso todavía estuviera rondando por ahí.