Limón y Sal [KazuFuyu]

One Shot

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Limón y Sal
(KazuFuyu / FuyuTora)

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Chifuyu no solía beber alcohol, al menos no al punto de vomitar o dormirse en la sala con una botella a medio beber.

Aunque Kazutora a veces traía unas cervezas, nunca eran lo suficientemente fuertes para que los afectaran, y el mismo Chifuyu era quien lo mantenía a la raya para que no se pasase.

Pero después de un tiempo viviendo con Chifuyu, Kazutora notó que había una época del año donde el menor dejaba ir los límites al momento de alcoholizarse: a mediados de octubre, cerca del aniversario de la muerte de Baji.

Aún después de más de una década, pese a que Chifuyu dijera que había aprendido a vivir con la pérdida, aún cuando ambos se habían sentado horas a hablar de eso en el balcón, de ayudar a sanar sus heridas, Matsuno aún conservaba ese viejo hábito, a veces, como todos, podía recaer.

La primera vez que sucedió había tomado a Kazutora por sorpresa. Se había quedado a cerrar la tienda y pasó a comprar algo para la cena, pero al llegar a casa se encontró con Chifuyu que le veía con una mirada borrosa y abochornada desde la sala, no se había cambiado de ropa, y su corbata yacía desecha aún sobre su cuello. Más de media botella de Vodka había desaparecido, no parecía estar comiendo ni tomando nada más que eso. Aunque Kazutora trató de detenerlo y convencerlo para que se fuese a dormir, Chifuyu fue más terco que nunca, palabras duras fueron dichas y no vale la pena recordar quién había tirado el primer golpe. El caso es que habían terminado por romper aquella botella y un jarrón (uno que le había regalado la señora Matsuno); Chifuyu era un buen peleador, pero sus movimientos se entorpecieron por el alcohol y terminó debajo del agarre de Kazutora, en el suelo. Aún podía recordar cómo después de escupir mil maldiciones se calmó repentinamente, dejó de tratar de patearlo y se detuvo al ver la cara de Kazutora, quien trataba de retener esos brazos que dejaron de pelear con él. Chifuyu lo miró como si recordara cosas que Kazutora no podía, la rabia que lo invadía se había esfumado, dejando simplemente un par de lágrimas condensadas para derramarse hasta quedar inconsciente.

A la mañana siguiente Chifuyu no recordaba nada de su altercado, pero había marcas visibles de golpes en la cara de su compañero y él mismo vería sus moretones en las costillas cuando fuese al baño. El menor se disculpó por días después de eso, el aniversario había sido tranquilo más allá de lágrimas emotivas, pero las palabras que había dicho Chifuyu en su estado de ebriedad aún rondaban por la mente de Kazutora.

Sabía que no le guardaba rencor, le tomó varios meses más saberlo claramente, pero aún así, aquellas palabras quemaban en su consciencia de vez en cuando.

La segunda vez, Kazutora lo había encontrado casi de la misma forma, al menos está vez se había puesto el pijama. Chifuyu entonces se había acabado por completo la botella que yacía en la esquina del sillón, esta vez comiendo unos frutos secos que habían comprado la semana pasada. Al verlo, Chifuyu no parecía molesto, no le reclamó nada, en realidad se veía tan extremadamente tranquilo que Kazutora actuó con aún más cautela para acercarse. Como si el más mínimo movimiento en falso desatará a un animal salvaje. Al querer convencerlo de que se lavara la cara y se acostara a dormir, Chifuyu no respondió, solo lo miraba con esos brumosos ojos oscuros.

Vacilante, Kazutora trató de llevar lejos la botella para evitar cualquier accidente, pero en el momento en que se dio la vuelta, sintió que los brazos de Matsuno lo rodeaban por el cuello. Quedó helado. Si bien Chifuyu era muy físico, en el sentido de que le daba palmaditas en la espalda, dejaba sus brazos rozar por las mañanas al pasar en la cocina y a veces se quedaba dormido en su hombro cuando estaban en la sala, nunca había llegado a algo tan íntimo como un abrazo. Kazutora podía sentir su aliento detrás de su oreja, caliente, extremadamente caliente.