Capítulo I : El Final desde un Principio

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Estamos acostumbrados a que todas las historias den inicio con un nacimiento, con la esperanza y alegría que trae al mundo el primer llanto de un bebé, pero esta comenzara con el final de una vida, con lágrimas de tristeza por la pérdida de un ser querido y donde se reúnen todos para despedir a esa persona que consideraron importante en su vida.
Era una noche de septiembre, donde el cielo se rasgaba por los relámpagos y crujía como si se fusionaran con la tierra en uno solo; bajo el techo de una capilla se encontraban reunido un grupo de personas con el objetivo de despedir a un joven.
Me encontraba detrás de las puertas, vestido con una capucha negra que escondía todo mi cuerpo y donde el gorro ocultaba mi rostro; entre las penumbras de la noche escuchaba lo que sucedía detrás de esas gigantescas puertas con estilo colonial.
Empezaba la ceremonia, entre los llantos y susurros se podían escuchar los pasos del cura dirigiéndose al altar para dar comienzo a la despedida:
Cura – Hermanos y hermanas, estamos aquí reunidos para dar un último adiós a nuestro hermano, que no ha terminado su camino, sino que comienza por una nueva senda al lado de nuestro Padre, y nuestro señor Jesús Cristo…
De pronto se escuchó un estruendo ocasionado por el contacto de un relámpago con la cruz erguida que se encontraba en el techo de ese lugar fúnebre, las luces se apagaron, en el instante que abría las puertas con un fuerte tirón ocasionando un ruido que invadió toda la sala. Al cruzar el umbral me pude percatar de todos los detalles, las cortinas blancas y negras que adornaban cada columna, los adornos florales de rosas blancas alrededor de toda la capilla, los bancos que se extendían por todo el salón forrados con espaldares negros, entre ellos se extendía un pasillo que llevaba directo al altar con una alfombra roja vino que se recorría desde la entrada hasta donde se encontraba el sarcófago de color negro en lo alto de un pedestal. El ruido hizo que todos los presentes abordaran sus miradas sobre mí y en sus rostros se notaba el miedo y asombro, pues parecía como si la mismísima muerte había llegado a reclamar el alma de aquel joven que yacía dentro de aquel ataúd abierto; todo se encontraba en silencio, se podía escuchar el sonido que provocaban al respirar los presentes, y sobre todo la respiración agitada del sacerdote como si hubiera entrado en aquel lugar sagrado el mismísimo Lucifer.
Me opongo – grite con voz tomada y pausada
El sonido de mi voz recorrió todo el lugar, mientras avanzaba hacia donde se encontraba el cura dando el discurso, el mismo retrocedía con cada paso que yo daba, me resultaba hasta gracioso ver la cara de pánico en la cual se notaban todos sus pecados. Una misteriosa niebla relleno el suelo a mi caminar, como si me estuviera guiando a tomar posición sobre aquel altar. Todos estaban sentados y entre temblores nadie se animaba detenerme. Camine hasta el ataúd donde se encontraba aquel joven, que solo se podía apreciar su rostro pálido, con cabellos medianamente largos y un color gris como la plata, su cuerpo estaba oculto entre pétalos y rosas blancas:
Esto es una burla - dije – pues este color no va contigo – refiriéndome a las flores y a la decoración que tenía aquel lugar.
De pronto las flores se tornaron negras, las cortinas violetas con brillo negro y la alfombra solamente desapareció, todo parecía raro, pero fijaba en el aire el temor a mi presencia.
Mucho mejor
Me gire hacia todos los presentes dispuesto a tomar el lugar del cura en el discurso, pues todo me parecía una broma de mal gusto, tantas personas ahí las cuales no conocía a la mayoría.
Hola o debería decir buenas noches almas impuras y llenas del pecado que esperan a ser reclamadas. Primero que todo me presento, mi nombre no es necesario.
El padre del fallecido intento levantase para detenerme – ni se te ocurra o puede ser tú el próximo muerto - al escuchar eso no movió ni un musculo más, el miedo era algo que predominaba en el aire, todos estaban aterrados y nadie apartaba sus ojos de mí.
Bueno como les decía, me encuentro aquí para cumplir una promesa y acto de última voluntad, eso es lo que necesitan saber de mí. Me parece ridículo que estén aquí con un señor que es religioso, que cree en un ser que no existe, exacto padre (gire mi cabeza hacia el q se encontraba observándome desde una punta del ataúd, sin mostrar mi rostro a nadie) Dios ha muerto, (vuelvo y me giro hacia los demás), cuando el fallecido fue todo menos religioso y no creía en nada ni en nadie. Con respecto a ustedes, todos son unos hipócritas, la mayoría está aquí pare sentirse bien con ustedes mismo o solo por compromiso con los familiares, y ninguno de los presentes lo conocía.
La madre indignada y muy valiente se logró levantar y gritarme:
Madre - Como crees q no voy a conocer a mi propio hijo, como te atreves a entrar aquí sin conocerlo tú, sin ser su amigo, sin tener ningún vínculo con él. Me pareces una falta de respeto que entres aquí, y sin mostrar un ápice de piel ni de moral, empieces a insultarnos y profanar la casa del Señor, un lugar sagrado.
  Silencio -le grite con una voz gruesa.
Ella asombrada se sentó temblando, ya todos habían olvidado al fallecido y solamente se concentraban en mí.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2022 ⏰

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