"El sentido moral de los mortales es el precio que debemos pagar por nuestro sentido mortal de la belleza."
Lolita - Vladimir Nabokov
Ya habían iniciado las clases y en lo único que podía pensar era en la noche pasada, su mano en mi muslo, jalando de mi cabello, agarrando mis muñecas y caderas, sudor, sábanas y ropa tirada por toda la habitación.
Cuando volví a la realidad había llegado el momento, el iba a entrar por esa puerta y tendríamos que actuar como si la noche anterior no hubiera pasado nada, pero yo no podía, de milagro y apenas podía levantarme de mi escritorio sin soltar un quejido o verlo y no suspirar, verlo iba a ser mucho para mí cuerpo y mi imaginación, su manera de hablarme me hacía temblar y él lo sabía, lo usaba a su favor.
Saqué mi cuaderno e intenté no estar atenta a su llegada pero fue imposible, el señor Holly entró saludándolos a todos cordialmente, como siempre mis compañeras lo saludaron esperando algún tipo de respuesta coqueta, era algo que no se podía evitar, nuestro profesor de historia estaba joven y bueno, eso no se podía ignorar, sin embargo, él las pasó de largo haciendo entender que los buenos días era una obligación para el decirlo, sin esperarlo nuestros ojos se chocaron, esa milésima de segundo fue suficiente para ya estar imaginando cosas.
Caleb sabía que tenía ese efecto especial en las mujeres, hacerlas mojar sin tocarlas, verlas y provocar miles de pensamientos llenos de lujuria, sus ojos y su figura tenían ese tipo de cosas que hacen que te provoque devorarlo, admito que caí, la primera clase con él fue una de las mejores clases, notar el cómo se expresaba y movía por todo el aula me expresaba seguridad y al mismo tiempo derrochaba dominio. No podía quitarle los ojos de encima y el lo noto, esas miradas se convirtieron en pequeñas palabras en las escaleras o en los corredores, esas palabras en conversaciones enteras y esas conversaciones nos llevaron a él lío en el que estamos ahora.
Sabíamos que estaba mal, pero una vez que nos dejamos llevar por la tentación en ese primer beso, ya no había una ruta de escape segura, solo nos quedaba caer juntos hasta llegar al suelo.
Aun recuerdo ese día como si hubiera sido ayer, me había quedado en un taller de ciencias, se me había hecho un poco tarde y Caleb se ofreció a llevarme a mi casa, lo vi como algo normal, teníamos una buena relacion, además tenia lo suficiente para controlarme o bueno eso creí, una vez en su auto, el ambiente más que sentirse incómodo, se sentía cercano de una manera extraña, quería estar cerca de él pero entendía que tal vez él me alejaría y las cosas terminarían peor para mi.
Nos detuvimos en algunos semáforos y el lo único que hacia era mirarme, hasta este momento no había entendido que estaba en una batalla consigo mismo, igual que yo; solo que en el momento en que soltó una maldición su autocontrol se fue directo a la basura igual que todos mis pensamientos acerca de lo que estaba mal o bien. Su mano viajó rápidamente hacia su cinturón para desabrocharlo para luego ir directo a mi mandíbula, antes de tocar que Caleb se sentía mal, el ambiente se estaba volviendo incómodo y eso era lo que menos quería, tomé su mano a sabiendas de que intentaría alejarla, pero ya era muy tarde, estaba dispuesta a hacer esto.
Siempre he sido de las personas que considera que una mirada lo puede decir todo, pero el silencio, puede destruirnos o puede ser nuestro mejor aliado en juegos como lo es el amor, excepto que Caleb no iba a permitir que esto se convirtiera en juegos de adolescentes y si lo hacía, iba a ganar.
Ese silencio solo certificó los sentimientos que se expresaron en el beso y ninguno de los dos estaba arrepentido. Al llegar a mi casa nos despedimos como si no hubiera sucedido nada, pero Dios, había pasado de todo.
Después de ese día los encuentros a escondidas se volvieron más regulares, se había convertido en una especie de guerra por saber quien deseaba más al otro y yo no planeaba perder.
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My old man
Teen FictionConfundimos rebeldía con pasión, eso nos volvió peligrosos pero también nos convirtió en el complemento perfecto para el otro. Cada parte de nuestros cuerpos se unía de una manera perfecta, su boca era parte de la mía, sus labios se movían siguiendo...