Prólogo

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El lobo es blanco, tan blanco que se puede camuflar con la nieve del suelo, mimetizándose con el paisaje invernal que lo rodea.

Al despertar, se enciende un brillo en sus ojos  celestes y se queda un momento ahí, recostado sobre la nieve, estudiando su espacio, contemplando los blancos árboles y la fría manta invernal que cubre todo el suelo; lentamente le llegan los olores frescos del bosque: el fuerte olor de los pinos, la humedad de la tierra y el congelado aroma a muerte que trae consigo la nieve.

Hasta que con impacto, un olor demasiado intenso llega a su nariz. El olor a vida. Al de sangre circulando mezclado con el aroma de una caliente piel camuflada con tierra y plantas. El olor llega a ser tan fuerte que el lobo puede saborearlo y completamente atento a él, se pone de pie y levanta el hocico intentado rastrearlo.
En sus ojos se ve como el inhalarlo lo vuelve presa a sus instintos y es obligado a seguir su inconsciente estado salvaje. Con la cabeza y las orejas bajas, se pone sigilosamente en marcha hacia su cena.
Sigue el viento con el corazón marcando cada paso, mientras más se acerca más intensa es su hambre.
Minutos después sus ojos lo encuentran, camuflado entre la moribunda maleza que se esforzó por sobrevivir al invierno, un joven ciervo revisa entre las muertas ramas rastro de algún alimento sin darse cuenta de que a pocos metros tiene a un cazador obsesionado.
El lobo se agacha y lo observa con una hambrienta pasión mientras estira sus patas con sigilo para acercarse más.

A tan solo unos metros de distancia, el ciervo lo siente, el viento le avisa sobre el olor de su cazador. Sin pensarlo dos veces sale desbocado de entre los arbustos abriéndose paso hacia la profundidad del bosque. El venado da bruscos saltos intentando prolongar la distancia entre él y su muerte ,pero al igual que la nieve planea la muerte de las plantas en invierno, tiene planeada su muerte. Con cada salto el venado se hunde más siendo atrapado en la nieve como si esta fuera arena movediza. Moverse para él es cada vez más difícil y agotador.
El lobo usa esta trampa como ventaja, a diferencia del venado, la nieve resiste de mejor forma sus patas y lo permite moverse libremente.
El venado siente a su cazador acercándose y entra en pánico. Toma menos de un minuto para que por fin el lobo lo atrape y lo último que siente es el grueso y cálido pelaje de su cazador cubriendo su pequeño cuerpo. Cierra los ojos entregándose a su destino.

El hambre del lobo es tan fuete que no quiere perder el tiempo torturando a su presa , una profunda mordida en el cuello y lo acaba.

The Clan [AHORA PUBLICADA EN DREAME]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora