Capítulo 1

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Abro los ojos de golpe y un grito ahogado escapa de mi boca como si todo este tiempo me hubiera estado asfixiando.
Acaricio las cobijas intentando conectarme con la realidad y después de unos segundos me levanto de la cama con dificultad.

Miro a mi alrededor sintiendo mi corazón latir a mil por minuto a causa de mi reciente pesadilla, la he tenido desde mis ocho años y cada cierto tiempo aparece, torturándome al atraparme en el cuerpo de un lobo. Siempre el mismo lobo. Suspiro intentando olvidar el sabor a sangre que al parecer mi cerebro decide  seguir recordándomelo.
Cada sueño es diferente, vivo diferentes cosas, y soy obligada a seguir diferentes instintos lo cual me hace perder completamente el control de mi sueño, es como estar viviendo una película a través de los ojos de otro solo que puedo sentirlo todo.
Esta es la primera vez que sueño con matar a otro animal.

Me paso la mano por la cara, intentando sacar las imágenes del ciervo, la sangre y el bosque que aún siguen frescas en mi mente como si en lugar de un sueño fueran recuerdos de la noche anterior.

Aprieto las mangas de mi saco al sentir el intenso frío que inunda mi habitación y entumece mi piel. Con lentos pasos me dirijo a la ventana y observo en silencio el infinito bosque que se expande frente a mí. Bueno, sé que exagero, no es infinito, pero si lo buscan en un mapa verían como se extiende en casi su totalidad, dejando en una diminuta esquina de la hoja la pequeña ciudad en la que vivo.

El paisaje está cubierto de una delgada capa de nieve, los pinos brillan como si esta fuera escarcha y el viento la esparce con gracia por todas partes, pintando más y más de blanco. Sonrío al notar que mi habilidad para predecir el inicio de la nevada se ha vuelto más certera.

-¡Emma ya levántate!.- grita mi madre con apuro desde la cocina. Incluso con la puerta cerrada y varias escaleras de distancia puedo escuchar su voz a la perfección como si se encontrara junto a mí. Mi padre dice que eso se debe a que las paredes de esta casa son muy delgadas.

El olor de las moras  y de las hojas de los pinos traspasa el cristal de la ventana e invaden mi habitación dándole un aroma silvestre, como si el bosque la reclamara suya. Cierro los ojos, disfrutándolo.

El pintoresco bosque en el que vivo es parte del estado de Alaska. Vivo aquí con mis padres y mis tres hermanos, literalmente en el centro de la nada, rodeada de miles de hectáreas de pinos y arbustos. Tiene sus pros y contras. El paisaje es admirable y fácil de encontrar inspiración en él, estoy segura de que frente a mí tengo una de las mejores vistas del mundo. Aunque, a la vez esto es un enorme problema cuando se trata de hacer una fiesta, pedir una pizza o simplemente salir con mis amigos ya que vivo a una hora de la ciudad más cercana.

A pesar de su belleza siempre en el fondo he sentido una pizca de miedo por ese bosque. Su inmensidad, su extremo frío y peor aún los momentos en lo que pueda llegar a estar completamente silencioso como si escondiera un montón de secretos, me incomodan mucho. A pesar de mis constantes quejas nunca llegamos a  mudarnos; mis padres viven aquí mucho antes de que Thomas y yo naciéramos. Lo que más me molesta es que no hay una razón para vivir aquí ya que mis padres trabajan en la ciudad y no recuerdo haberlos visto entrar al bosque en ningún momento, además ni mis hermanos ni yo tenemos permiso de hacerlo.

-¡¿Emma ya estas lista?!- vuelve a gritar mi mamá despertándome de mis pensamientos.

Dejo de contemplar el bosque y me meto en el baño. Me cepillo mi larga cabellera platinada y me lavo la cara intentando pegarme más a la realidad pero es imposible, las imágenes continúan vivas en mi mente haciéndome estremecer y sentir un hueco en mi estómago.

Salgo del baño y me visto con los primeros vaqueros que veo y un grueso saco de lana de color amarillo. El frío es tan fuerte que no dudo en ponerme una chompa extra y guantes de tela.

The Clan [AHORA PUBLICADA EN DREAME]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora