- Capítulo único -

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La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza había advertido más de una vez sobre el estado vulnerable de estos animales, estando al borde de la alerta roja por peligro de extinción.

Muchas reservas naturales han asumido la tarea de acoger a dichas aves con la mayor diversidad de razas posible con la idea de preservar su especie por más tiempo, incluso en algunos sitios se atrevieron a experimentar con cruces de otros ovíparos, como las gallinas, obteniendo resultados poco favorables, siendo en la mayoría de casos estériles, incapaces de reproducirse.

En la reserva natural Oletus se tomaron el deber mucho más en serio, recogiendo solo a las pavas reales más aptas y sanas para concebir, abasteciendo todo el corral de estas hembras jóvenes y fértiles y solo un macho para impregnarlas. De esta manera evitaban competencia y tendría un ambiente menos estresante para que hiciera su trabajo correctamente.

El pavo real que paseaba por el recinto con el pecho bien alto no era otro que Naib, el pavo real alfa y único macho proveniente de las densas selvas lluviosas del Nepal.

Para él era un gran orgullo ser el semental del corral. Desde su punto de vista era un verdadero triunfador, el irresistible pavo real al que ninguna hembra podía rechazar. Casi todo el día sus plumas permanecían abiertas y llenas del color esmeralda que le caracterizaba, patrullando mientras miraba hacia un lado y otro buscando una hembra a la que seducir. Impresionaba tanto a los visitantes como a los encargados, aunque por motivos distintos. Los primeros por el espectáculo de las bonitas plumas, fascinados por el curioso dimorfismo de su especie, mientras que a los encargados les sorprendía el hecho de que no perdiese la energía a pesar de tener ya ocho años y muchas crías a sus espaldas.

El momento del año en el que más cundía todo este proyecto de reproducción es sin duda alguna la primavera.

La voz se había corrido y más de una organización de protección animal confiaron a esta reserva algunos especímenes más exóticos por la llegada de la estación. Hembras bronce, cameo, albinas... Cada día se le presentaba una nueva pava real para que le dejara un poco de su ADN, y Naib estaba encantado de hacerlo, puesto que su esfuerzo siempre era recompensado con una ración más grande de comida después.

Desde luego para el pavo real verdoso esto era un sueño, pero los encargados comenzaban a preocuparse.

—Tenemos organizada la llegada de dos pares más de pavas reales para hoy. Mañana más de lo mismo. Será una semana muy ajetreada. ¿Crees que tendremos espacio suficiente para acogerlas a todas? —preguntó Anne revisando el horario una vez más.

—Claro que sí, aún hay hectáreas disponibles del recinto de águilas imperiales —comentó Ganji, planeando ya una pequeña expansión del territorio por el que se había hecho conocida la reserva—. No nos queda más que una pareja de esas.

—Tienes razón... ¿Pero igualmente no crees que son muchas hembras?

—¿Qué quieres decir? —se giró a mirarla sin entender.

—No lo sé. Tenemos ya más de veinte hembras, pero solo un macho. ¿No estamos confiando demasiado en Naib?

—Aún es un pavo real sano, la veterinaria lo dijo en la revisión del mes pasado. Todavía le queda mucho.

—Pero, ¿y si pasa algo? ¿Y si se cansa o pierde las ganas?

Mientras hablaba miraba por la ventana del pequeño cubículo en el que estaban, un apaño de oficina. Podía ver a Naib haciéndole un bailecito a una hembra que aún le miraba poco convencida.

—¿Y si deja de gustarle a las hembras?

—Son animales, Annie, no les importa, solo quieren reproducirse —aseguró el bronceado arqueando una ceja.

NaibEli, pero son pavos reales 🦚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora