Después de mucho tiempo me encontré con mi mejor amigo de años, el cual me confesó sus sentimientos, yo no sabía cómo responderle, pues estaba en shock.
—¡Oye!
—Hmp perdón.—Salí de mi trance observe su rostro que estaba adornado por una sonrisa.
—¿Y que dices?
Todo regreso a mi mente en ese momento y traté de evadir el tema.
—Debo regresar a casa antes que se haga más tarde.—Me sonrojé y salí corriendo.
Tendría que bloquearlo del mis redes empezando por Facebook, pues recibí su invitación por esa famosa plataforma.
—Pfff escapé en un buen momento. —Mi gata vino corriendo y se restregó en mis piernas.— Pelusa, ¿y tu hermana? — La soledad pudo afectarme en cierto modo, lo único que hacía en esta gran casa era leer mi libro favorito "Warma Kuyay" .
—¡Oyeeeee! ¡No te escondas ahí como cobarde Jesús! .—Miré confundido mi balcón, ya que, de ahí provenía esa misteriosa voz, me acerque solo para ver qué pasaba y mi sorpresa fue mucha al ver ahí a mi "amigo", ¿Cómo supo donde vivía?.
—Te voy a denunciar por acoso.
—Quiero ver que te atrevas.—... ¿Había traído una escalera? ¿Cómo? Muchas preguntas se formulaban en mi cabeza, ante mi amigo cual nombre no recordaba.
Este chico no se había a rendir tan fácil y yo sinceramente no estaba preparado para esto , estaba empezando a atrudirme, fueron muchas emociones por hoy.
Empezaba a ver borroso y sentí mi cuerpo más liviano de lo normal, desperté pero las luces me cegaron un poco , cuando recuperé la visión noté que no estaba en mi casa, ni en mi sala, esta habitación era de color blanco con una mesita de noche y un pequeño tazón con frutas.
¿Todo fue un sueño?—¿Está bien?
—Ehh si, su amigo va a estar bien, solo fue un pequeño aturdimiento.
—Gracias enfermera.—Escuché eso sin poder procesar todavía lo que acaba de pasar.
—Vas a estar bien, ¿Como te sientes?
Bien, supongo, solo un desconocido me contacto por Facebook diciendo ser mi "mejor amigo" , y al verlo lo primero que me diga es que yo le gustaba desde que éramos niños, casual me pasa todo los días. Sin embargo, al analizarlo mejor también fue irresponsable de mi parte haber accedido a verlo, pero no era el momento de pensar en eso, tenía que resolver este problema.
—Amigo...
—No me llames amigo.—traté de ser lo más frío posible.
Claro ya no lo consideraba un amigo, después del acontecimiento anterior no puedo imaginar nada más.
—Te "acompañe" a venir aquí, ahora me debes un favor. Así que te lo quiero cobrar, ¿Quieres salir conmigo?
—Ni siquiera se tu nombre y ¿me pides salir?
Es cierto que fuimos amigos por un tiempo considerable de años, pero también pasó mucho tiempo desde que nos vimos, así que se hacía difícil recordar algo a largo plazo.
—Hmmm.... Empecemos de nuevo, un nuevo comienzo.—parecía murmurar—me llamó Endrick.
Endrick... Mi deber era ayudarlo a conseguir novia/o antes de que me proclame como su futuro esposo.
—Un gusto Endrick...
Una sonrisa tan grande que mostraba sus blancos dientes apareció en su rostro cuando escucho su nombre salir de mis labios, un silencio incómodo se formó por unos minutos.
—Y... ¿A que te dedicas?.— Trataría de indagar en su vida lo más profundo que podía, para conseguirle una chica o chico que le gustará y quizás ser lo más insoportable posible para alejarlo.
—¿Yo?. — Sonrió achinando sus ojos azules, como el cielo.— Soy dueño de una escuela de talentos... ¿Has oído de
"Talent school: shining stars"?Un recuerdo fugaz llegó a mi mente después de escuchar ese nombre... El siempre había deseado ayudar a las personas con talentos sin oportunidades. Y no entiendo
¿Cómo alguien como yo le puedo gustar?,teniendo un millón de oportunidades con chicas (o en su caso chicos), quiero decir, ¡el condenado es guapo!, con su piel blanca, labios rosas, ojos azules, nariz perfilada, cabello perfectamente peinado y para rematar unas pecas que adornan su rostro como estrellas en el cielo.
Siempre dicen: "La curiosidad mató al gato", pero yo pienso que el gato murió sabiendo y yo no me iba a quedar con la duda.—¿Por qué te gusto?.—Pregunté directamente mientras
miraba por la ventana de la habitación de hospital admirando las nubes que parecían pedacitos de algodones esparcidos en cielo, mamá siempre me decía que ella había criado a un luchador fuerte y además guapo.—Hmmp....—Me quedé congelado cuando vi que se lamio los labios lentamente.—¿Sabes?, cuando me dí cuenta que me gustabas me negué a aceptarlo y traté de hacer mi vida normal. Pero no pude, simplemente eras muy lindo.
—Eso no responde mi pregunta.—Lo miré un poco impaciente, porque quería que me dijiera: ¿Por qué yo?.
—Lo sé, pero no te lo diré, sólo diré que tienes mi corazoncito atrapado en tus garras de amor.— Solté una risa, ya que parecía que lo había estado practicando toda su vida. Giré mi cabeza con dirección a la puerta, pues había escuchado un ruido proveniente de allí y solo era la enfermera que había entrado.
—Bueno, señor Jesús, esta más que saludable y solo fue un momento de mucho estrés con un poco presión, procure que no vuelva a pasar, ya pueden retirarse.—Me dijo la enfermera con una sonrisa antes de salir por la puerta de madera color granate.
—Bueno, tengo auto, vamos te llevo a tu casa, de todas formas ya se la dirección.— Dijo poniéndose su saco y me miro burlón, no tuve de otra que aceptar la oferta con un poco de molestia.
Cuando me levante de la camilla, cogí una manzana del pequeño tazón y camine a paso lento hacia la salida, no quería estar en su auto, mucho menos cerca de él, sabiendo que le gustaba el no iba a desperdiciar la oportunidad de hacerme no sé qué. Pasamos por muchos pasillos del hospital, la verdad, no me agradaban los hospitales, eran tetricos y tenían un aura triste, así que caminé con rapidez hasta su auto.
—Las damas primero.—Dijo para después abrirme la puerta de copiloto del auto, lo miré un poco molesto y me senté.
—Ja, ja, ja, que chistoso.—Dije sarcásticamente mientras el abría la puerta y se sentaba en el asiento del piloto, se puso el cinturón y prendió la radio a bajo volumen.
—Cinturón porfavor, no queremos accidentes aquí.—Me guiño el ojo descaradamente y de mala gana me puse el cinturón, cuando empezó a sonar Oh!, Darling de The Beatles, subió un poco el volumen.—¡Amo esta canción!—Susurro con un poco de entusiasmo, para poner el auto en marcha y empezar a recorrer un largo camino hasta casa...