Capítulo 1

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Me llamo Paula, tengo dieciséis años y vivo en París.

Odio madrugar.

Cada vez que me suena el despertador a las 7 de la mañana me entran ganas de tirarlo por la ventana.

Todos los días me levanto a esa hora, desayuno medio dormida, me visto y me voy al instituto, cosa que tampoco me encanta, por así decirlo...

Lo único que me anima a ir todos los días al instituto es el hecho de ver a mi mejor amigo Mateo.

Es alto, su pelo es castaño y casi siempre lo tiene revuelto, sus ojos son preciosos, de color marrón clarito, tiene algunas pecas y la sonrisa más bonita del mundo entero. Es alegre, divertido y cariñoso.

Él siempre me escucha y me ayuda en todo lo que necesito.

Hoy estoy muy nerviosa, porque tengo un examen de Biología.

He llegado a clase y me he sentado en mi sitio para esperar a Mateo. Mientras tanto, he aprovechado para repasar lo que entra en el examen una última vez para sabérmelo de memoria.

Cuando ha llegado Mateo y me ha visto tan nerviosa, me ha estrujado en un abrazo y me ha deseado buena suerte en el examen. Él va a otra clase distinta a la mía, pero siempre viene a mi clase antes de que venga el profesor.

Le he dado las gracias y me he sentado en mi sitio.

***

—Matt!! —ese era el apodo que le había puesto a Mateo.

—Hola, Pau!! —me saludó él.

—Me ha salido genial el examen! —dije, contenta.

—Me alegro mucho, Pau. ¿Quieres que vayamos a comer a nuestro restaurante favorito para celebrarlo?

—Sííí!! —exclamé, emocionada.

—Venga, vamos!

Cuando llegamos, nos sentamos en una mesa y pedimos la comida. Yo pedí pizza (mi comida favorita) y Matt una ensalada.

—Eres un aburrido, siempre te pides ensalada.

—Tengo que comer sano y estar en forma si quiero seguir en el equipo de baloncesto.

—Bueno, pero sigues siendo un aburrido.

Llegó la comida y nos pusimos a zampar como si no hubiésemos comido en una semana.

—Entonces, ¿le vas a pedir salir ya a Alicia o sigues sin atreverte a pedírselo?

—Pues... había pensado decírselo el viernes.

—Si veo que no se lo dices se lo voy a decir yo misma, ¿eh?, que te conozco, y seguro que al final no se lo dices.

—Qué siiiii, que se lo voy a decir, pesada.

—Ya veremos.

Llegó el viernes y se notaba que Matt estaba muy nervioso.

—Hola, Matt.

—H-hola... —me dijo, tartamudeando.

—¿Porqué estás tan nervioso? Solo le vas a decir a una chica que te gusta, no es para tanto, je, je...

—¡¿Que no es para tanto?! ¿¿Tú sabes el tiempo que he tardado en atreverme a pedirle salir a Alicia??

—Vale vale, tranquilo —dije, intentando que se calmara—. ¿Cuando lo vas a hacer?

—Había pensado en el recreo, pero creo que es mejor en la salida, así me puedo ir corriendo si me dice que no.

—No, se lo vas a decir en el recreo, que si no luego a la salida hay mucha gente y va a ser más difícil.

—¡Qué noooo, que si no se va a enterar todo el mundo!

—Lo haces en el recreo y punto.

—Jooo...

***

—¿Qué tal ha ido? —le pregunté, ansiosa.

Por su expresión triste lo pude adivinar fácilmente.

—Ya te lo imaginarás... —me dijo con pena.

—Lo siento mucho, Matt —intenté consolarle.

—No te preocupes, si te soy sincero, me lo esperaba —admitió.

—¿Quieres ir al cine a ver una peli para olvidarte un rato? —sugerí.

—Vale... —aceptó, no muy entusiasmado.

Llegamos al cine y le pregunté que qué película quería ver. Me dijo que le daba igual, así que elegí una de acción. Compré sus palomitas y sus chuches favoritas y fuimos a la sala de la peli.

Llevábamos media hora de película cuando noté que apoyaba su cabeza en mi hombro.

Le miré y me di cuenta de que estaba dormido. Tenía el pelo revuelto y las mejillas húmedas, seguramente de haber llorado. "Pobrecito", me dije.

Le estuve acariciando el pelo el resto de la película, y cuando acabó le desperté suavemente.

—Matt —susurré, sacudiéndole el hombro ligeramente.

—¿Qué pasa? —preguntó adormilado.

—Ya ha terminado la peli, vámonos a casa —murmuré.

—Vale —todavía estaba medio dormido, así que le ayudé a salir y nos encaminamos hacia mi casa.

Cuando llegamos, le pregunté si quería que le llevara mi madre a su casa o si prefería quedarse en mi casa.

—No me apetece estar en mi casa, prefiero quedarme aquí.

Le dije que se tumbara en el sofá a descansar, y yo me senté en el extremo del sofá donde él tenía apoyada la cabeza, poniéndosela sobre mis piernas y así poder acariciarle el pelo, cosa que me encantaba.

Puse la tele con el volumen bajito para que no le molestara, aunque al final nos quedamos dormidos los dos, yo con la mano en su pelo y él con expresión de cansancio.

***

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2022 ⏰

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