"De hecho, es posible imaginar a un depresivo enamorado, pero un depresivo patriota resulta inconcebible."
La obscuridad de la noche, cubre todo tu rostro, cegando tu cara y haciéndote una persona fría, sin sentimientos, rodeada de cosas malas. ¿Piensas eso? Quizá lo pienses, pero no. Las apariencias existen, por mala suerte muchas personas se guían por lo que ven afuera. Y no por lo de adentro, el corazón.
La luz del día es un brillo todo contrario a la obscuridad, esta te ilumina la cara. Viene del alma, pasa por el corazón, y sale por los ojos, la luz de tu reflejo.
— ¿Quieres llorar? Vamos, no temas... estás en confianza, yo no te juzgaré por tus recuerdos en forma de lágrimas, levanta la cabeza, sé fuerte, y nunca te dejes ilusionar, porque en esta vida, los cuentos de hada no son realidad. Y tienes que luchar por algo, si lo pierdes, lo perdiste. Si lo ganas, lo ganaste. Los príncipes de los cuentos, no existen. Las princesas de los cuentos, son falsas. Pero siempre debes recordar esto, nunca te rindas, porque sabes... que los actos que cometiste, fueron por alguna buena razón. Y si fué por una buena razón, nunca, jamás, debes arrepentirte de ello. –Levanto mi mirada hacia él.- Nunca, jamás, dejes de luchar. –Toma mi rostro entre sus manos y me envuelve, en un cálido beso.-
(...)
❝Tu vida no es un fraude. Los recuerdos no son malos. Las lágrimas, no significan debilidad.
En cambio...
Tu vida, te dan enseñanzas cada día.
Los recuerdos, solo son el pasado en que triunfaste o fallaste, y no debes avergonzarte de ello.❞
Las lágrimas, son signos de que estás hiriéndote, y un modo en que te indica dejar de hacer... lo que te lastima.
Intento recordar, recordar todo aquello con lo que comenzó, desde cero.
¿Qué haces cuando quieres proteger a la persona que amas, pero te das cuenta que no puedes? Así comenzó nuestra historia.
Tomo lápiz y papel, comienzo a escribir, decidida.
"Querido Andrew
He tomado la extraña decisión de escribirte, antes de irme, como bien ya sabes, soy de pocos amigos y la verdad, sólo te tengo a ti.
Recuerda ese día. Ese clima. Ese aroma que nos rodeaba en aquel oscuro y maloliente salón de clases. Léelo. Léelo todo, y entiéndeme. Compréndeme.
Tuvimos la misma opción, pudimos ignorarnos, pudimos simplemente no ser; ambos sin saberlo nos elegimos y aquí estamos, ante todas las improbabilidades, demostrando que cuando alguien está destinado a ser, es. Tú y yo somos. "
Sentí una mirada sobre mí, arqueé la ceja hacia el extraño que acababa de entrar, se había quitado los anteojos, dejando a la vista unos hermosos ojos azules, claramente no se intimidó por que no quitó su mirada de mí, al contrario, su vista quedó a la altura de mis pechos, me fijé en la incipiente barba de su mandíbula, le daba un aire más... maduro.
¿Pero qué? El chico podría tener por lo menos, unos quince o dieciséis años, pero aquella barba lo hacía ver un poco más halagador, maduro, extraordinario...
Me aclaré la garganta alejándome un poco de él, realmente no tenía pechos grandes.
Me removí incómoda ante aquella mirada azul.
Volví mi vista hacia aquella carta que realizaba, ¿De verdad estaba dispuesta a caer? ¿Ó sólo era algo momentáneo?
— Hola, Amber. –Dijo con expresión alegre, levantó el brazo e hizo un gesto con la mano.-
— Hola, ¿Cómo has estado? –Esbocé una gran sonrisa y me levanté de mi asiento para dirigirme hacia él.-
— Fantástico, ¿Y tú? –Suspiró- Estás hermosa.
Rió por lo bajo. — Gracias. –Mientras observo mi vestido por el espejo en el mostrador.- Genial, indudablemente.-Contesto, volviendo mi vista hacia él.-
— He comprado un libro – Comienza a hablar - tal vez te interese – Prosiguió - lo compré, acordándome de ti.
— A ver. – Digo entre dientes, intento ocultar lo evidente; me enamoré.-
Me gustaría mucho saber qué clase de estupidez hice. Sé, por experiencia propia, que le voy a hacer daño. No debería volver a verlo, sin embargo, no puedo evitarlo, él es mi droga... Y aunque me duela mucho admitirlo él, es mi todo, agradezco mucho a su madre por no haberlo abortado...
No sabía que mi miedo tenía un nombre, Filofobia: Miedo irracional, absurdo y estúpido a enamorarse.
Pero aquí estoy yo, parada en frente del chico que me gusta, sin habla, observando cada uno de esos detallados rasgos de aquel chico que se robó mi corazón, sintiendo su aroma impregnado en el aire que respiro, faltándome el aire, el aliento para seguir con él... es mi ángel.
— Amber – Su rostro mostraba preocupación - ¿Pasa algo?
— Claro que no, Andrew, ¿Qué podría pasar?
Tragó en seco.
— Todo está bien – Sonrío. Sí que sabía mentir, porque él, me lo creyó.-
— Va, te creo, ¿A qué mola el libro, eh? –Murmuró el castaño, riendo con ganas.-
— Sí, mucho. – Contesté, observando su dentadura impecable y sus labios... rojos y carnosos. –
— Puedes llevártelo si quieres. –Comenta.-
— Gracias. -Y esbozando una gran sonrisa. Lo tomé.-
— Échale una ojeada, por lo menos. –Dice.-
Asiento y abro el libro, pasando las páginas rápidamente.
Y de pronto, mi corazón se acelera, como si de alguna forma, fuese a salirse de mi ser.
Me quedo sin aliento; sin habla, me aturdo y no salen las palabras de mi boca, mi cuerpo se agobia, se estremece por aquellas palabras que acaban de leer.
"¿Quieres salir conmigo, Amber?"
Andrew sonríe, satisfecho, notando de manera alguna la sensación que provoca en mí.
Sólo me limité a observarlo, y él a mí.
— Y entonces –Pausó- ¿Quisieras salir conmigo?
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Creditos @MabelVelez
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La Chica Rara
Teen FictionSinopsis. La gente piensa que ser diferente es sinónimo de ser raro. No puedes ser tú mismo, ni ser alguien singular, porque pronto te tachan como fricki, raro o antisocial. Puedes ser raro siendo un típico nerd, una rata de los libros, alguien con...