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La alarma sonó, un día nuevo empezó, y otra razón más para no existir.

Cansado de la misma rutina, agotado mentalmente y dañado emocionalmente, que al momento de levantarse, sintió como su cuerpo gritaba que dejara de intentarlo, y la gran necesidad de acostarse y dejar que las emociones negativas lo consuman hasta que su corazón dejara de latir de una vez.

Fue entonces que su teléfono comenzó a vibrar y en él se podía ver el nombre "Changkyun" brillando.

Lo tomo con las pocas fuerzas que tenía y contestó, sabía lo que se aproximaba.

— ¿Hyung? Falto otra vez, ¿No piensa venir a clases?

— Estoy agotado, no quiero ir.

— No me importa, es su séptima falta en dos semanas, venga, por favor, lo extraño.

¿De verdad lo hacía?

— Prefiero matarme.

Una risa se escuchó de la otra línea, sabía que bromeaba.

— Más tarde, ahora venga, le deje un lugar al lado del mío.

Tal vez no como él quisiera pensar que lo hacía.

¿Todo es una broma para ti, Changkyun?

Jooheon no sabía cuál sería su punto límite para todo esto, ni siquiera se presentaba en clases, sus faltas aumentaban y no podía ni hacer los deberes, estaba cansado de todo, quería desaparecer y nadie se daba cuenta de eso.

¿Su motivo? Aquel chico de la llamada.

Nadie notaba cuando él se arrinconaba en las esquinas de los baños a llorar ni cuando se evitaban las comidas como tampoco se daban cuenta del gran amor que Jooheon sentía por Changkyun.

Era inevitable, ¿Quien no se enamoraría de un chico así?

Changkyun era la personificación de lo perfecto, un chico que siempre estuvo para el mayor, quien compartió buenos y malos momentos y quien lo acompañó en días en los que ya no podía más.

Pero...

También era el chico por el que el mayor haría cualquier cosa. Se había enamorado del menor sin darse cuenta y esto lo había destrozado mental y emocionalmente. Esto se debe a que Jooheon no servía para las declaraciones y no había hablado de sus sentimientos hacia Changkyun ni con sus amigos más cercanos, pero esto lo destrozaba, al ver como besaba a otros chicos, mandaba cartas de amor por él a otras personas, e incluso le hacía la segunda cuando quiera acostarse con alguien, prestando su casa para sus encuentros íntimos, y era él quien lo consolaba cuando alguien lo dejaba.

Solo él estaba para ayudarlo y no lograba entenderlo,

Esto lo lastimaba, lo dañaba poco a poco y le hacía darse cuenta que nunca podría tener a aquel chico como algo más que un amigo.

Esto lo consumía lentamente hasta que ya termino de hacerlo.

Su corazón terminó de romperse, y nunca se atrevió a decirlo, y esto tuvo su límite.

Jooheon se sentía una carga y ya estaba controlando problemas personales tales como la autoestima baja, ansiedad, estrés, problemas en su conducta alimentaria, y ahora combatía contra su depresión.

Acúmulo tantas lágrimas en el mismo, tantas palabras, tantos dolores que sentía que ya no había más espacio para ocultar más nada.

Y no lo haría.

Fue entonces que frenó en seco antes de salir de su habitación.

Lo pensó una y mil veces antes de dar otro paso.

Tomo una hoja de su libreta y una lapicera negra para después comenzar a escribir.

Pequeñas lágrimas adornaban ese papel mal doblado junto al nombre de su desamor, Changkyun.

Tomo un último respiro antes de salir de su habitación, escondiendo su carta en su bolsillo.

Fue entonces que decidió hacer las cosas bien aunque sea por ese día, solo por ese día.

Bajo y se dirigió hacia la cocina esperando encontrarse a sus padres, y así fue.

Allí estaban ambos, charlando mientras desayunaban, pero se detuvieron al ver a su hijo parado frente a ellos. Era realmente extraño, él pasaba de ellos siempre, todas las mañanas y nunca se detenía ni para despedirse cuando salía, pero ahí estaba.

— Buenos días mamá, buenos días papá — sonrió mostrando aquellos hoyuelos que tanto extrañaban ver sus padres y ambos sonrieron al verlo ahí.

— Buenos días, hijo. ¿Ya te vas? — saludó su madre algo nerviosa y feliz a la vez.

— No, aún no, me gustaría desayunar algo antes de ir. Me desperté hambriento — se sentó junto a su padre sin dejar de sonreír con un aura tranquila.

Su madre lo miro extrañada pero no le tomo importancia, más bien, su emoción era más grande, extrañaba tanto desayunar junto a su único hijo que era inexplicable su felicidad.

Y ni hablar de su padre, ambos estaban asombrados pero felices. Y fue entonces que su madre se paró mientras con gran emoción le servía el desayuno.

Si bien su padre estaba feliz por el cambio, nada era igual a la felicidad que su madre demostró en cada acto que hacía, ni sus ojos llenos de felicidad.

Presentía un gran día y que seguro recordaría con una gran sonrisa.

Jooheon quería hacer las cosas bien y así sería, aunque sea por ese día, las cosas las haría bien.

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Ser tu depresión -  » Jookyun «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora