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Esperaba que la vida fuera de otra forma, que me enseñara a volar, que me demostrara lo que es sentir, que me rompiera el dolor y el anhelo pero no hizo más que enseñarme a admirar el azul del cielo en los días de primavera, tan abierto y tan calmado que sosiega hasta al más cabezón.

La vida me enseñó que siempre el silencio es quien dice la verdad sin necesidad de una sola palabra y que las amistades pueden ser tu peor enemigo.

Lo único que se me viene a la mente cada vez que pienso en lo ocurrido es aquella nota que dio la vuelta a mi sentido común y me dejó sin un ápice de inocencia:

"Vivo en un continuo sabor amargo,
de ese al que nadie le gusta pero todos consumen.
El poder de los sueños duraderos es la bonanza, dicen,
pero el infortunio es mi savia.
Resido en un prolongado desasosiego
en el que espero algo.
Mas no advierto el qué,
ni sé el por qué.
Únicamente logro advertir cómo ellos
procuran borrarme,
zarandeándome,
hasta que mi ser se extinga,
y,
me puedan gobernar
a su libre albedrío."

Silencios por escritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora