Dragones y mariposas

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Sinopsis:  Aitana y Hugo llevan un tiempo mensajeándose, viéndose y tonteando (muy activamente), pero recientes acontecimientos han hecho que ambas partes se den cuenta de que el mundo de los dragones y de las mariposas quizás no sean tan compatibles como desearían.

AVISO IMPORTANTE

🔸 Si estás leyendo Come Back and Try, debes saber que este relato puede contener spoilers importantes para el final de la trama principal.

🔸 Temporalmente se sitúa en la tarde del 30 de junio de 2026 (entre el capítulo 51 y 52, la tarde antes de la gran pelea de Hugo y Natalia delante de todo el mundo)

Espero que lo disfrutes mucho, personita <3

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Le sudaban las manos.

La ausencia de los bombones, que había tenido que utilizar como pago para llegar hasta ahí, le dejaba ambas extremidades libres para aferrarse a ese enorme peluche de felpa beige con su lazo azul. No era una tarea complicada, debía pesar menos de una centésima parte de lo que estaba acostumbrado a levantar en el gimnasio, pero, aun así, sentía que su amigo oso le iba a abandonar en cualquier momento, prefiriendo mil veces impactar su culo contra el suelo, que volver a ver con esos ojillos de pena cómo golpeaba sus nudillos contra la madera.

Le entendía. Ni él era capaz de entender cómo no se había rendido ya.

— Aitana, por favor...

— ¡Que te largues! — Vociferaron desde el otro lado —. Que no quiero verte.

El rubio suspiró, dejando caer la cabeza hacia adelante para apoyar la frente contra el marco de la puerta y tratando, muy fuertemente, de obviar cómo se le encogía el pecho con cada hipido amortiguado que llegaba hasta sus oídos.

Podría, simplemente, girar el pomo.

Podría entrar en esa habitación, que ella también había ocupado, y pedirle que le dijese que – efectivamente - no quería volver a saber nada más de él. Mirándole a los ojos.

Podría dejar ahí ese pobre trasto que, después de llevar horas cargando por toda la ciudad, bajo un sobaco sudoroso y un sol abrasador, debería estar considerado hasta víctima de maltrato animal. Estaría en la obligación moral de quedárselo.

O podría dejarse de tonterías y acercarse, sujetarle la cara entre las manos, secarle las lágrimas y dejar que descargase todo su coraje contra su pecho, hasta que se vaciase; porque se lo merecía, porque quería poder abrazarla después y, especialmente, porque la pared que les separaba le estaba pesando más que toda la mierda que venía arrastrando ya. Porque, literalmente, ella era de lo poco que estaba consiguiendo dejar fuera del área infectada. Y ya ni eso parecía estar saliéndole bien.

No. Claramente, no era su enfado, ni su decepción, los que le estaban frenando de mover ficha.

— Vale. — Se tragó el nudo de la garganta y empezó a añadir poco a poco. Llevaban veinte minutos ahí estancados, no podían seguir así —. Voy a dejarte aquí lo que he traído y... cuando estés lista, si... quieres... te estaré esperando en el estudio... ¿vale?

Lo que menos quería era que, por culpa de un gilipollas, él, perdiese la ilusión en lo que estaba trabajando.

Justo al otro lado, de espaldas a esa misma puerta, la receptora se estaba obligando a cubrirse la boca con la mano en un absurdo intento de acallar sus sollozos. Estaba cansada, le pesaba el cuerpo de llorar y, en su cabeza, no paraba de reproducirse esa mirada de desprecio, el paso atrás que había dado para que ni lo rozase, siquiera, cómo su voz rugosa y juguetona se había transformado en algo tan distinto a lo que era siempre con ella y cómo, esa ausencia de cariño en sus palabras, se le había clavado tan profundo en el pecho que aún se sentía apuñalada.

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⏰ Última actualización: Jul 22, 2022 ⏰

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