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En cuanto el primer descanso de su jornada académica comenzó, Jungeun se dirigió a la cafetería de su facultad para comprar la pizza que llevaba anhelando desde hace unos momentos.

Al entrar a la cafetería no se le hizo raro el hecho de que había un grupo de personas interesadas en la hoja pegada en una de las esquinas del lugar. Solo rodó los ojos y siguió con su camino hacia la pequeña fila para pedir sus alimentos.

Cuando tuvo un poco más de visibilidad de la comida en el mostrador, se alegró al ver varias rebanadas de pizza de pepperoni aún disponibles.

Cuando finalmente estuvo al frente de toda la fila, no sé inmutó en decir un buenos días debido a lo ajetreados que se veían los trabajadores de ese lugar. Únicamente se limitó a pedir su comida.

Cuando fue el momento de pagar entendió el porque Hyeju había insistido tanto en pagarle el pasaje del autobús esa mañana. No tenía dinero, es decir, Hyeju le había sacado su billetera completa. Ni un solo peso tenía para pagar y las personas detrás de ella junto con el empleado que la atendían comenzaban a impacientarse.

– Señorita, son 30 pesos.– repitió el empleado creyendo que no había escuchado.

– Si, un momento.– respondió nerviosa mientras buscaba algún peso suelto en los compartimientos de su mochila. Por desgracia, no encontró ninguno.

– Señorita, tiene que pagar la comida. No se puede ir sin pagar porque ya saqué la rebanada.– dijo el empleado. Esto aumento el nerviosismo de Jungeun quién, para este momento, no sabía que hacer.

– Disculpe– intentó decir alguien al quien ni Jungeun ni el empleado le prestaron demasiada atención.

– Señorita, no se meta.– interrumpió el empleado mientras desviaba su mirada de una Jungeun nerviosa. Se arrepintió al momento de notar de quién se trataba. – Señorita Jeong, disculpe mi atrevimiento.–

Al escuchar aquel apellido, Jungeun se dignó a levantar la cabeza y dejar de buscar algún mísero peso en su mochila. No fue precisamente una buena idea considerando que se puso más nerviosa al caer en cuenta de quién se encontraba alado suyo.

– Como decía, ¿cuánto es por la rebanada de pizza?– preguntó no muy interesada.

– 30 pesos, señorita.– respondió el empleado probablemente más nervioso que Jungeun.

Jinsol pidió una rebanada de pizza más bajo la atenta mirada de Jungeun y la de varios dentro del lugar. Al momento de pagar y para la sorpresa de todos, le entregó un billete de 100 pesos a Jungeun.

– Paga.– le dijo mientras tomaba una de las rebanas de pizza. – Quédate el cambio.– volvió a decir mientras está vez se retiraba del establecimiento.

– C-claro.– Jungeun alcanzó a decir un poco desconcertada por la situación.

Finalmente logró pagar su pizza. Al momento de recibir el cambió cayó en cuenta que si en ese momento tuviera el celular que hace algunos días se le había caído a quien ahora, le había pagado la comida, se lo devolvería y terminaría con la preocupación que la seguía. También se dió cuenta que el cambio era el justo para tomar el taxi de regreso al departamento.

Tanto Hyeju cómo Hyunjin no se iban a salvar ese día de un regaño y tal vez, un par de golpes por parte de ella.

Tanto Hyeju cómo Hyunjin no se iban a salvar ese día de un regaño y tal vez, un par de golpes por parte de ella

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