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Jareth podría parecer el hijo de los mismos dioses griegos, estaba dotado de belleza, inteligencia, amabilidad, y fortuna. Su familia poseía una de las posiciones más altas de todo Reino Unido, provocaba que estubiera agobiado y perseguido por un sin fin de mujeres, las cuales eran hijas de colegas, políticos y empresarios de alto rango para formar una alianza con el bufete de abogados Cliveden.
No era sencillo para el joven heredero, soportar ese ambiente, pero su padre desde muy joven lo había preparado para prevalecer en ese entorno, y la verdadera pregunta ¿dónde estaba su vida? Ni él mismo lo sabía, solo tenía seguro que al graduarse debía convertirse en el jefe absoluto del imperio que fundó su padre.
Un buen día llegó a la oficina, donde lo esperaba Jason Cliveden, junto a una linda joven de cabello rubio, ojos azules, un cuerpo delgado con buenos atributos y un obsequio en sus manos. Una botella de vino de 1980, en letra cursivas con un tono escarlata se leía “Rossmary”, de antemano él ya sabía quien era.
La joven heredera de los viñedos Elgort, su padre era nada más y nada menos que Basil Elgort quien había enviudado hace tan solo cuatro años. Resignado a que debía hacer lo que toda la sociedad esperaba de él, Jareth terminó comprometido con Rose, que al igual con el tiempo llegó a tomarle un mínimo de cariño, a penas se graduaran la boda se llevaría a cabo por lo tanto solo le restaban dos años de libertad. Jason siempre hizo lo necesario para darle el mejor futuro a su familia, Gabrielle Gardener De Cliveden era una mujer respetada y admirada por sus buenas obras de caridad, hacía grandes donaciones a África y Dalton Cliveden el más joven de la familia, quien recién cumplía quince años y ya detestaba la vida que su hermano mayor llevaba a sus tan solo veinte años, le enfermaba la sola idea de algún día cumplir con todo ese estereotipo que sus padres imponían. Desde el inicio él decía que no quería estudiar derecho, sino medicina e irse a ayudar a aquellas regiones de África donde más se necesitaba un médico con hambre de ayudar.
Una noche de socios, Henry Paige le propuso un trato muy tentador a Jason, venderle un edificio ya que en su poder había fracasado, Jason siempre se mostró como un hombre que sobresalía, aceptó aquella oferta por quince millones de libras esterlinas. Emocionado y sediento llegó a la lujosa mansión Cliveden, a penas el chófer abrió la puerta trasera del automóvil la ola de reverencias se hizo presente.

—Buenas noches Señor Cliveden — musitó el ama de llaves.

—Buenas noches ¿dónde está la señora?

—En el salón junto al joven Dalton.

—¿Y Jareth?

—En su estudio.

—Llamelo, que vaya a la sala, por favor. — ordenó y se dirigió al salón donde esa bella mujer de cabello rubio y ojos verdes leía junto a su hijo, un joven que había sacado los ojos verdozos pero el cabello castaño oscuro de su padre, Jason simplemente era un hombre de mucho porte a sus cuarenta y dos años, de cuerpo atlético, una ligera barba bien cuidada con ojos azules, ciento ochenta y cinco centímetros de alto.

—Buenas noches, papá — saludó el menor sin despegar su vista de la lectura.

—Esperemos a que venga Jareth, tengo algo que decirles.

—¿Es algo malo cariño?

—Nada de eso querida, es algo muy bueno — se sentó en el sofá individual esperando a su hijo mayor.

Mientras tanto, Jareth estresado seguía frente al computador escuchando todo lo que Rose decía.

—Amorcito ¿me estás escuchando?

¿Qᥙιᧉɾᧉ᥉ ᥎ᧉɾ ᥣᥲ᥉ ᧉ᥉tɾᧉᥣᥣᥲ᥉?  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora