Rosas en un cuadro

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Me llamo Athalia y tengo 17 años. Mi nombre tiene origen hebreo y fue el nombre de una reina de Judea. Vivo en Alemania, y si mi madre y mi abuela son judías, y mi padre alemán.

La historia que os voy a contar tiene más que ver con mi abuela que conmigo, ¿la razón? Ella ha vivido más cosas de las que os podéis imaginar... Cosas que después de pasarlas en carne y hueso, no le tiene miedo ni al mismísimo infierno...

Es una historia de la que yo solo tenía un conocimiento básico hasta el día que descubrí un cuadro de rosas en un pasillo de mi casa. Os preguntaréis como es que no lo ha Ia visto, pues es sencillo: estaba tapado con una manta marrón, y desde niña me enseñaron que estaba prohibido destaparlo y tocarlo, por lo que no le hice caso.

Antes de empezar a contar por qué destape el cuadro, como me enteré de lo que ocultaba mi familia y por qué lo descubrí, debo decir que no se me había pasado por la mente jamás, en la vida, que el ser humano pudiera a llegar a ser tan cruel, frío y retorcido, o de tener la capacidad de albergar tanto odio hacia algo o alguien hasta el punto que querer acabar con ello y eliminarlo de este mundo.

La historia comienza con el principio del nuevo curso. Nada emocionante, sinceramente, misma gente, mismo instituto, distinto año. Yo era la tímida o la callada de la clase. No tenía amigos ya que consideraba a los de mi clase personas que solo aparentaban y se guiaban por el comentario de los demás. Era la única judía, y por lo tanto la única de piel oscura o morena de la clase. La mayoría eran rubios de ojos azules, o castaños con ojos claros.

Me senté atrás del todo como siempre. La mañana paso normal, hasta el recreo. Cedric se acercó a molestar, cómo siempre. Para ponernos en contexto cedric es el chico que me molesta o se burla de mi desde el preescolar o el kinder. Su abuelo fue un seguidor fiel de Hitler. Según el era cercano a este hombre, pero el líder del tercer Reich no confiaba mucho en el, así que le apartaba todo lo que podía. Aún así, le tiene un desprecio increíble a los de mi raza... Ya sea puro, mezclado, extranjero, etc. Es un desprecio que ha inculcado a su hijo y nieto, osea, al padre de cedric y a este mismo.

Yo ya estaba acostumbrada, por lo que no le hice caso ... Simplemente le ignore a él y a su grupo.
Al llegar el final de la mañana escolar me fui a casa. Llegué y avise a mi madre. Camine por el pasillo por el que tantas veces había repetido esa acción, y siempre me fijaba en un mismo punto, un cuadro tapado con una sábana marrón.

Verán, en mi familia estoy segura que hay más secretos de los que se, por ejemplo, mi abuela tiene algo tatuado en la muñeca que no me deja ver qué es. En su habitación hay un pijama de rayas como de mi talla, el cual dice que era algo que le recordaba una época muy mala en su adolescencia, pero no quería deshacerse de el, lo que me resultaba muy curioso. Pues, según yo, hay que deshacerse de lo que te trae malos recuerdos... ¿No?

Llegué al salón. Me senté a comer, pues mis padres trabajaban y mi abuela ya había comido. Ella estaba sentada en el sofá viendo la televisión.

- ¿Cómo te ha ido el día?- me preguntó tranquila y calmada. La abuela aparte de sabía era muy tranquila y pacífica, aunque a veces murmura cosas y se queda mirando a un punto fijo en la pared... Nunca llegue a entender lo que decía.

También le tiene fobia a los espacios muy cerrados, por eso nuestra casa es muy luminosa.
Después de comer limpie todo lo que había ensuciado y me puse a hacer los deberes. Más tarde mi abuela se durmió y aproveché para hacer algo que me carcomía por dentro desde niña, por el misterio que esconde y por qué soy muy curiosa.

Me levanté de mi sitio tranquilamente sin hacer ruido y recorrí el mismo pasillo que al entrar. Me detuve frente aquel cuadro y saque la manta que lo cubría.

-¿Flores?- Murmuré. Era un cuadro con un jarrón con rosas blancas, que estaban en una parte de un jardín. Nunca había entendido por qué las personas pintaban flores. Me esperaba algo más emocionante, algún símbolo o algo que me resolviera alguna duda, pero me quedé igual que al principio...o peor, por qué ahora quería saber el por qué de esas rosas y por qué el misterio.

Me acerque más al cuadro para observar le más de cerca. Mire quien lo había pintado y mi impresión fue a más.
La firma de mi abuela.

- ¿Que tendrá que ver mi abuela en el cuadro?... Mejor dicho...¿Por qué pintarlas?-

Esto era un misterio más grande, pues mi abuela odiaba las rosas blancas, así que no tenía sentido.
Escuché la puerta de entrada, mis padres habían llegado. Tapé el cuadro rápidamente de nuevo y volví a la sala a estudiar. Mi abuela seguía dormida.

Hablé un poco con mis padres y volví a preguntar:
- ¿Por qué hay un cuadro tapado?-.

Mi madre me miró y sonrió levemente.

-Ya hemos hablado de esto-.
-Si pero ya será hora de que lo sepa ¿no?- agregué. Mis padres solo rieron levemente y me ignoraron. Después de cenar me fui a la cama, pero no pude dormir.

Me había propuesto descubrir el misterio del cuadro.

Al día siguiente me levanté para ir al instituto. Cómo todas las mañanas desayuné normal y atravesé el pasillo de nuevo para llegar a la puerta. Me detuve y miré el sitio donde se suponía que debía estar el cuadro de las rosas, pero ya no estaba.

En vez del cuadro, había unas tablas de madera de un color más claro que la pared. Me acerqué a ellas y las golpeé. Tal y como sospechaba, era hueco. Iba a llegar tarde, así que me dispuse a salir de casa para coger el autobús e ir hacia el insti.

Más tarde descubriría que había detrás de esas tablas.

Detrás del cuadro...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora