Draco había estado enamorado de Harry Potter desde que tenía cinco años.
Comienza así. No había manera, en ninguna circunstancia, de que Draco se enterará quien era Harry Potter mientras estaba dentro de las paredes de Malfoy Manor. El pequeño Draco no tenía idea, pero una guerra había estado en pleno apogeo en el momento en que había nacido, y hasta el día de hoy, dicha guerra seguía en estasis. Madre y Padre no hablaban de eso, al menos no donde sus pequeñas orejas pudieran escuchar, y siendo un niño purasangre criado dentro de los elegantes terrenos de su hogar, nunca llegó a escuchar sobre un niño de cabello oscuro y ojos verdes que había derrotado a un famoso señor oscuro.
Todo cambio cuando le presentaron a Blaise Zabini. Blaise tenía una sonrisa bonita y enormes y encantadores ojos marrones, era divertido y criado mayormente por elfos domésticos cuando su madre estaba haciendo otras cosas. Elora Zabini era una purasangre respetable, por lo que cuando el pequeño Draco fue invitado al cumpleaños número cinco de Blaise, madre lo encontró aceptable.
Hasta el momento, Draco nunca había convivido con otro niño más allá de Theo Nott y Pansy Parkinson, quienes tenían tutores que eran amigos de sus padres y que a menudo tenían citas de juegos con el niño rubio. Eran agradables, pero eran como Draco, reservados y algo mimados. Blaise era diferente, el era callado, pero era tremendamente divertido cuando tomaba confianza y los elfos lo dejaban conseguir cualquier cosa brillante que llamara su atención, fuera respetable o no.
Así era como el pequeño Blaise había terminado con un pequeño libro de cuentos que hacía que los elfos le leyeran todas las noches. Tenía diferentes historias, pero solo una llamo la atención de Draco cuando Blaise se las estaba contando mientras los adultos conversaban aparte.
Era la historia de otro niño como ellos, que era muy valiente y peleaba contra dragones, un niño que había vencido al señor oscuro cuando solo tenía un año. ¡Un año! En la mente de un Draco de cinco años, este chico era como un caballero en brillante armadura. Draco quería ser su príncipe.
Esa noche, cuando Draco volvió a la mansión y su madre lo estaba acostando, Draco le dijo que cuando fuera grande, el se casaría con Harry Potter.
Esa fue la primera vez que no recibió un "claro Draco" o "lo que quieras, mi pequeño Dragón", de su madre.
Esa también fue la primera vez que vio a su madre tensa. Narcissa había apretado los labios hasta que no fueron más que una fina línea y un ceño fruncido arrugo su hermoso rostro, su largo cabello platino estaba atado en una coleta de caballo y ella tiro de un mechón con una de sus delicadas manos, antes de mirarlo con sus bonitos ojos azules y decirle, con voz muy tranquila, que necesitaba olvidar esas historias. Su madre explico que eran exageraciones, "un bebé no puede pelear, mi Dragón", ella también le pidió que nunca mencionara ese nombre frente a su padre y que olvidara el tema.
Draco no lo olvido, pero no volvió a mencionarlo en voz alta. Ni siquiera cuando un tutor contratado para enseñarle antes de Hogwarts hablo sobre la historia mágica de Gran Bretaña y el nombre "Harry Potter" y "el que no debe ser nombrado" fueron mencionados en sus clases. Él solo escucho y aprendió.
Tenía once años cuando su madre lo dejo solo probándose túnicas en Madame Malkin y otro niño había entrado.
Era bajito y usaba ropa muy grande, las mangas colgaban de sus manos y su cabello era un desastre, padre diría que el niño parecía un rufián, pero cuando se subió al banco a su lado y alzo la cara, Draco pensó que era hermoso. El cabello negro le caía en la frente y usaba un par de anteojos redondos que escondían vibrantes ojos del color de las hojas de los árboles más vivos en Wiltshire.
Eran del color de las esmeraldas. Draco pensó que era adecuado que usara lentes. Como una vitrina protegiendo joyas preciosas. No creía que pudiera evitar verlos fijamente si él se los quitaba. Así era más fácil.
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Cuando las luces se apagan
FanfictionDraco ha querido a Harry desde que tenía cinco años, lo ha amado desde los once. Un día en una tienda de comestibles le da a Draco todo lo que siempre ha soñado. El amor, podrían decir algunas personas, es magia dorada a punto de estallar.