Salimos del ascensor en el séptimo piso del edificio, caminamos por un pasillo color gris claro y atravesamos una puerta de cristal para finalmente estar en la amplia sala dividida por cubículos en la que trabajamos.
—Hasta pronto nena— Mariana se despide de mí con un gesto de su mano y avanza hacia su área de trabajo saludando a todo mundo a su alrededor.
Ella es como una pequeña llama que va encendiendo todo a su paso, es adorable y mandona en partes iguales. Yo en cambio no soy muy buena para hacer amigos, supongo que el tiempo que paso leyendo dificulta un poco la tarea, pero no voy a fingir que lamento no tener una vida social activa, me siento bien con mis pijamas gastadas y las páginas viejas de mis libros favoritos.
Camino hasta mi cubículo asintiendo como forma de saludo hacia algunos compañeros que me notan al pasar, entro, pongo el bolso junto a la computadora y me siento. El lugar no tiene nada demasiado llamativo, una computadora y una lámpara sobre una mesa que abarca gran parte del espacio, un pequeño cactus junto a ella y una papelera metálica en el suelo es todo lo que hay, cada quien puede personalizar su área de trabajo como prefiera, pero a mi me gusta no sobrecargar demasiado el lugar donde estoy.
Trabajo en una editorial llamada Bluesky, leo y corrijo manuscritos que luego son enviados al siguiente piso para comenzar su proceso de maquetación e ilustración si lo requiere y así van avanzando hasta llegar al décimo piso donde está la imprenta.
Enciendo el computador y voy directo al manuscrito en el que estoy trabajando, comienzo la lectura y me pierdo en ese otro universo olvidando por completo mis propios problemas.
–
—Me pregunto si siempre tendré que venir a buscarte hasta aquí…
Doy un saltito en mi asiento cuando escucho la voz de Mariana proveniente de la puerta, estaba completamente inmersa en el libro.
—¡Por dios! ¿es que no puedes avisarme antes de llegar hasta aquí e intentar matarme de un susto?— bufo levantando la cabeza para observarla.
Está de pie junto al marco observando sus uñas y posa su mirada en mí levantando una ceja.
—¿Ni siquiera has mirado el reloj cierto? además, no sé porque te asustas estoy muy segura de que soy lo suficientemente escandalosa para que te percataras de que venía hacia acá — sonríe y niega con la cabeza — apresúrate o nos quedaremos sin almuerzo, las chicas ya están esperándonos.
Bajo la mirada asustada al reloj en la pantalla frente a mí y compruebo que tiene razón, ya es mediodía y de hecho me pasé diez minutos la hora del almuerzo. Recojo mi monedero, mi teléfono y la sigo hacia el ascensor, bajamos al piso tres que es donde queda la lonchería y en efecto nuestras amigas están esperándonos en la mesa donde solemos sentarnos siempre.
El lugar es bonito y bastante amplio tiene muchas mesas con manteles de distintos colores pasteles, una barra al fondo con bandejas llenas de distintas comidas que puedes poner en un plato y al final una chica pone tu plato sobre una báscula y te dice el precio según su peso, unos cuantos cuadros de pinturas de comidas cuelgan en las paredes y mi parte favorita es la pared completamente de vidrio que da vista a la avenida que queda enfrente del edificio, y justo frente a esa vista está la mesa donde esperan nuestras amigas con sus comidas ya servidas.
Mariana y yo tomamos cada una un plato y nos disponemos a servir nuestros almuerzos y luego vamos con ellas a la mesa.
—Al fin llegamos, de qué hablaron en nuestra ausencia mujerzuelas— Mariana se introduce de forma sutil en la conversación tomando su lugar en la mesa.
Yo solo me siento junto a ella y sonrío ligeramente a las chicas como forma de saludo; no es nada de qué extrañarse saben que no me gusta malgastar palabras.
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Noches de insomnio entre Leila y yo
RomanceKatherine es una chica común y corriente que no parece ocultar nada, es linda y de buenos principios, pero ¿que pasará cuando todo lo que ha construido con esfuerzo se vea afectado por ella misma?