Cap 2: "El campamento"

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Me sentía encarcelada, pero tal vez siempre fue mi destino llegar a este lugar, como si todo estuviese destinado a pasar...

Camille Dimax.

. . . . . .

Caminamos a lo largo de un camino de piedra, hay faroles iluminando, como luceros en el camino. La noche es fría, y la humedad se cuela cruelmente en mi piel.

Voy entre los dos chicos que me encontraron, Katherin y Enricco. La chica me sujeta de la mano brindándome apoyo y el chico no ha abierto la boca en todo el camino. Tuvimos que dejar la antorcha en medio de la playa por mi miedo al fuego, deben de pensar que soy una loca traumada...aunque razón no les faltaría.

—¿Adonde vamos?—mi voz sale temblorosa y ella se da cuenta.

—No tengas miedo, todo va a estar bien, lo prometo—me aprieta la mano transmitiéndome seguridad.

—No tengo miedo—respondo.

Es verdad, desde que me encontraron echa un ovillo en plena arena, mi miedo ha disminuido hasta volverse minúsculo, a lo mejor por que sé que no soy la única aquí.

—Vamos hacia el campamento—explica.

—¿Campamento?—pregunto confusa.

El chico suelta una risita burlona a mi lado.

—¿Donde crees que vivimos, pelirroja?¿En amacas colgando de palmeras—la ironía es clara en su voz.

—¡Enricco!¡No la molestes!—le regaña la chica.

—Vale vale—él levanta las manos en son de paz.

Katherin toma una respiración profunda antes de comenzar a explicarme.

—Vivimos en un campamento, no lo construimos nosostros, simplemente estaba así al principio...

—¿Al principio?

—Por alguna parte tuvo que empezar nuestra historia—el chico de nuevo habla.

Seguimos caminando por las piedras, hasta que puedo divisar luz a lo lejos, mucha luz, como si vieniese de...¿lámparas?

Llegamos al final del camino, nos detenemos frente a un gigante muro de piedra, la luz es tan fuerte que se cuela incluso por encima de los ladrillos.

—¡Hola!¡Abran ya!—grita Enricco fuertemente.

Las compuertas del muro de piedra se abren velozmente, me empujan hasta traspasarlas y vuelven a cerrarlas en un rápido movimiento, como si no quisiesen dejarlas abiertas mucho tiempo...

Miro hacia mi alrededor, no puedo evitar abrir la boca de par en par ante la imagen frente a mí.

Es como una pequeña fortaleza.

Un montón de cabañas de un material que no puedo identificar, se alzan a lo largo del terreno, hay un gran pozo justo en medio del campamento y gigantes tubos luminosos decoran el lugar.

¿Cómo es posible que exista electricidad, si no hay ningún cableado eléctrico?

A mi derecha hay un chico que me observa con los ojos abiertos como platos.

—Richard, veo que ya has visto a Camille—le dice Kateherin, sonriente.

—¿Donde diablos la habeís encontrado?—pregunta Richard.

—En la playa, estaba tirada en la arena como un gatito abandonado—otra vez Enricco con su tono burlón, Katherin le lanza una mirada asesina.

—Se va a enfadar...—pronuncia el chico de la puerta.

Las voces que nadie escuchóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora