Trece estaba dando vueltas por la habitación. Le extrañaba ver a su dueño a esas horas sentado en la silla en lugar de tumbado en la cama. Además, le había ocupado su cama. Preocupado, su instinto lo impulsó a subirse en él, a maullar y a tocarle, con el fin de obtener una respuesta. El animal interrumpió el sueño de Alan, un extraño sueño incontrolable, en el que vio pasar a velocidad de vértigo imágenes del último día. Vio repetidamente el graffiti, muy distorsionado, vio las pantallas con las que trabajaba, vio cómo se calzaba las zapatillas de salir a correr, como apretaba las llaves en la mano volviendo a casa y cómo su gato se acercaba a él por el pasillo. Cuando en su sueño, el gato hubo llegado a sus pies, comenzó a maullar muy fuerte y a arañarle y morderle los pies. Esto le hizo despertarse, y era exactamente lo que estaba ocurriendo en la realidad.
Confuso, levantó la cabeza de la mesa y observó el panorama, se había dejado la luz encendida, el portatil se había apagado solo, pues habían pasado varias horas desde la última vez que lo utilizó. No miró en ningún momento el corcho en el que había dejado la foto del extraño mensaje, por lo que se relajó pensando que todo había sido un sueño.
Le dolía la cabeza, su escritorio no era ni de lejos una almohada cómoda, y tenía una marca roja en la sien del lado izquierdo de su cabeza. Se levantó, quitó algo de ropa que tenía sobre la cama, abrió el edredón y se echó a dormir otro rato.
Cerca de las 10:30, Alan ya se estaba despertando sin necesidad de alarma ninguna, la luz que comenzaba a entrar por la ventana había interrumpido su sueño. Se levantó, se puso algo de ropa cómoda para estar por casa y se dirigió a la cocina a desayunar. Eligió su desayuno de siempre, un café y un par de tostadas con mantequilla y mermelada. Desayunaba lo mismo desde que era un crío, y a día de hoy, con 21 años, seguía siendo el desayuno de cada día.
Ya eran las 11:23 cuando Alan hubo terminado de desayunar y ducharse, aún quedaba largo rato hasta que tuviese que sentarse a trabajar. En ese momento, decidió salir a la calle, tenía que comprar pan y un par de cosas del mercado. Se calzó, cogió las llaves y un monedero que había en el mueble de la entrada, salió de casa y comenzó a bajar por las escaleras.
Una vez hubo salido del portal, se fijó en el muro en el que la noche anterior encontró el graffiti. Ahí seguía la dichosa pintada. Alan confiaba en que todo hubiese sido un sueño, un mal sueño, pero no, se quedó paralizado mirando el muro. Sentía que alguien le observaba, pero él no podía moverse, estaba completamente congelado, se le pasaron por la cabeza mil pensamientos y recuerdos de la noche anterior a la velocidad de la luz, y pensó que debería resolver ese misterio. Era un chico inquieto, no podía vivir con esa intriga.
Sacó su móvil del bolsillo y abrió la aplicación de contactos. Buscó "Elisa Móvil" y pulsó el botón de llamar. Alan apretaba la mano que tenía libre, esperando a que dejase de sonar el tono y Elisa le respondiese. Tras unos segundos de espera, así fue, una voz dulce y tímida respondió:
-¿Si?¿Quién es?- preguntó una voz femenina, agitada.
-Hola Eli, soy Alan, necesito tu ayuda.
-Hola Alan, ¿qué necesitas?- Elisa estaba contenta de que Alan le llamase, hacía mucho tiempo que no hablaban - pero date prisa, me pillas en el trabajo.
-Vale vale, seré breve- Alan sacudió la cabeza, pensando qué le iba a preguntar exactamente - a ti que te gusta la criptografía, ¿podrías ayudarme con un asunto relacionado con el tema?Elisa permaneció callada unos segundos, soltó un suspiro y respondió:
-Ay Alan, hace mucho tiempo que no practico nada de criptografía. Además, ahora con el trabajo... cada vez tengo menos tiempo, ya sabes...- calló unos segundos, pensando qué podría decirle, pues no quería dejar solo a su amigo de toda la infancia - ahora mismo no puedo ayudarte, llámame el fin de semana, pero si puedo recomendarte que vayas a la biblioteca, allí hay algunos libros de criptografía y simbología muy buenos, busca "Criptografía: Los Lenguajes Secretos a lo largo de la Historia", es un libro de Carlos Taranilla, aprenderás mucho con él.
-Muchas gracias Eli, te debo una, hasta luego.
-Nada Alan, no me debes nada, un saludo- se separó el móvil del oido y colgó la llamada.
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El Juego de Babel
Mystery / ThrillerUn jóven curioso, aficionado a los misterios y la informática se adentra en una caza del tesoro, que no sabe a dónde le conduce.