Capricho de los veinte.

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Cómo Megumi Fushiguro se ha mantenido virgen a sus veinte años es una historia extraordinaria, triste y que, aunque él mismo apenas y lo cree, no tiene relación con su desorden empático.

Es que sí, puede que tenga una leve asociación pero no es el motivo. Es más bien la conspiración del universo y el destino para que su vida sea una cadena de eventos incómodos o terribles.

¿Adolescencia?

Puede que su adolescencia fuera el momento para jugársela, pero los cambios de ciudad, sumándose a su torpeza social y el tratar de manejar su maldito desorden, le impidieron generar las suficientes migas con sus compañeros como para querer hacer algo así.

De verdad que prefería estar jugando con los perros viejos cerca del lago o aprendiendo nuevas cosas sobre su técnica de sombras.

Y luego la secundaria, su primera experiencia en una fiesta de fraternidad: debut y despedida. Es que si ya empatizar con adolescentes hormonales y emocionales era difícil, hacerlo con los que se sienten liberados para hacer lo que quieran fue peor.

Y no es como si no tuviera alguna oferta por ahí, que la tuvo, pero entró a jugar el factor soy-tan-raro junto con el desgaste emocional y bueno, no prosperó. Dos novias y un intento de novio para que Megumi decidiera que sí, "me estoy enfocando en mis estudios y en el trabajo".

La cosa es que un día despertó con dieciocho años y él estaba comenzando la universidad y bueno, ya no era un adolescente y aún no había podido encontrar ninguna pareja o siquiera cita de una noche. Pero qué importó, con la masturbación no necesitaba de nada más.

Y es que las personas son tan molestas.

Cada vez mayor molestia hacia el contacto social, Megumi Fushiguro actualmente tiene veinte años y sigue sin haber tenido relaciones sexuales y, eso no le genera rencores, se sabe que un porcentaje de la poblacion no a tenido relaciones sexuales aun teniendo sus cuarenta años, otros muren virgenes. Pero esta era una excepción, Megumi es apuesto, joven, cara linda, cuerpo lindo, inteligente, amante de los animales, dedicado, algo ambicioso, pero sobretodo amable.

El no quería volverse una mala persona solo por rechazar o de alguna manera evitar chicas y chicos. Es solo que no le atraían.

Incluso en algún momento más joven llegó a pensar que podría ser asexual, o con un deseo muy bajo, porque tampoco es como si mucha gente lo calentara. O sea sí, algunas de sus masturbaciones han sido viendo porno, y a veces piensa en alguien que lo pone un poco, pero todo muy abstracto.

La cosa es que su virginidad está ahí, existe y no le molesta, aunque sí la nota como algo más de la lista de cosas raras que hay en él.

Pero con diecisiete años eso de "fingir hasta que sea verdad" no es tan así. Y pasó momentos penosos de nervios, tratando de ligar y luego no pudiendo no pensar en qué mierda hacer con sus manos o incluso con su estúpida polla y Dios, es que así se pierden las erecciones, es normal.

Unos cuantos intentos de esa clase para concluir que la ventana para tener sexo por primera vez se cerró hace mucho.

Megumi a estas alturas no tiene problemas con esto, es otra faceta más de su vida, y entre más huraño y asocial se vuelve, más se hace a la idea de que alguien tocándolo íntimamente es imposible... y eso está bien.

Solo que... Sukuna Ryomen.

Y no, no es a primera vista, que su tutor es un idiota arrogante que cree que puede psicoanalizarlo porque sí, llevarle comida a su universidad y tratar de hacerse su amigo y tantas otras estupideces.

Pero tiene esos ojos inteligentes que lo miran con intensidad, con tanto foco, como si cada palabra que Megumi dijera fuera interesante. Y sus labios se ven suaves; su boca se mueve de maneras tan llamativas cuando pronuncia su nombre, lo pronuncia tanto.

Y sus brazos, varoniles y fuertes; venas y músculos marcados, con manos grandes pero bien cuidadas que podrían tocar a Megumi con calma y también con brutalidad.

Siempre tan bien vestido, tan compuesto y elegante. Un hombre de tal nivel que cuando Megumi no se presenta a su hora maneja minutos y minutos para buscarlo. Que alimenta a sus perros y que en todo el tiempo nunca se ha quejado por el olor canino que sabe vive con él.

¿Cómo mierda no querer follarlo?

Megumi no está preparado. Pero es que hay tantos obstáculos, empezando porque es su no-tutor; no sabe si siquiera lo mira de ese modo; el hecho de que cree estar perdiendo la cabeza; y que en caso de que sí, pudiera pasar, si volviera ocurrir la falla del pasado debido a sus nervios, a Megumi no le quedaría más remedio que morir de mortificación o zarpar en un barco con sus perros hacia altamar.

Desesperación (Lenguaje)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora