Hasta el final...

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Amanecía, los primeros rayos de sol golpeaban la ventana de la habitación, la cama solo tenía una presencia, acostada a la izquierda, el mismo lugar que los últimos nueve años, pero el lado derecho estaba vacío, el dueño de ese lugar ya se encontraba en la cocina, preparando el mejor y más nutritivo desayuno que podía crearse, era vital que estuviera perfecto, para que el día de mañana fuera la principal fortaleza.

El rubio se movía rápido y eficiente por la cocina, ya se sabía la rutina y los pasos a seguir con detenimiento, así que no era difícil terminar todo a ras de vuelo y con bastante silencio, el suficiente para no despertar a un agotado hombre de tez morena y pelo castaño que dormía intensamente en la cama.

Steve arreglo el detalle de las flores, imprescindibles como cada mañana y tomo la bandeja para encaminarse hacia la habitación, donde dejo descansar todo sobre la silla, para terminar, sentándose en la orilla del colchón para comenzar a despertar a su amado; en verdad disfrutaba verlo dormir, más si era plácidamente y sobre todo a su lado, siempre a su lado. Acaricio su rostro con delicadeza e inconscientemente, como en los últimos años y debido a la rutina agobiante, poso la vista en el torso del hombre y cercioro que este se moviera, que las inhalaciones se notaran. Agradeció de sobremanera el reflejo automático de la respiración.

— Amor... debes tomar tu desayuno —un leve quejido se escuchó por parte del hombre, lo que provocó una sutil risa en el expolicía— por favor, ayer no comiste nada y el desayuno es el alimento más importante del día... —exhala— especialmente hoy

El hombre se volteó hacia el otro lado de la cama, tratando de ignorarlo —si comí ¿No lo recuerdas? —lo mira de reojo— solo que después lo vomite todo... —su voz baja en decibeles— como todos los días

Steve sintio su corazón estrujarse, pero no se dejaría convencer —entonces con más razón debes comerlo, debes recuperar energías— colocándose de pie— mañana es un gran día, por tanto, hoy debes obtener toda la energía posible —abriendo las cortinas y dejando entrar toda la luz potente del sol— tengo todo planificado... —mirándolo con una amplia sonrisa— será un día maravilloso

— Steve... —susurro agotado— no estoy de ánimo —tapándose por completo con las sabanas

El hombre no obedece y lo destapa, pero pese a que trataba de ocultar su sorpresa, la imagen siempre lo sorprendía, Tony cada vez se veía más delgado, más pálido, más demacrado. Sus costillas se notaban en su pecho, su piel había perdido firmeza, sus manos se encontraban resecas, sus labios partidos, su cabello ya no existía y sus ojos... sus bellísimos ojos pardos habían perdido su hermoso brillo característico, habían perdido el fuego incandescente que los diferenciaba de cualquier otros ojos en el mundo; estos solo reflejaban una cosa: no querían más lucha, habían perdido todo, incluso la fe.

El silencio torturo al castaño— ¿Qué? ¿Ya no te gusta lo que ves? —se vuelve a tapar— supongo que ya no soy el adonis que conociste...

— No digas eso... —sentándose a su lado de la cama

Tony vuelve a girarse, quería ignorarlo, quería evitarlo, quería herirlo, quería que se fuera, era la única forma de poder vivir en paz... al menos lo poco que le quedaba— Steve, solo vete... ¿Si? —escupió sin mirarlo— toma tus cosas y lárgate —con frialdad— cuando pase, que será muy pronto, te avisaran por teléfono y ahí podrás volver... si quieres, claro —exhala— solo asegúrate de tenerme un lindo ataúd

Eso fue el colmo para Steve, quiso gritarle, pero su sentido común le dijo que debía mantener la calma, sabía que el que le estaba hablando no era su Tony, era el miedo, el dolor, el agotamiento, era el maldito cáncer que hablaba por él.

— ¿En verdad quieres que me vaya? —no obtuvo respuesta por largos segundos— ¿Ya no me amas? —la tensión rodea nuevamente el aire por casi un minuto

No Me Ames (STONY-ONESHOT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora