Alarmas

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Alarmas





El timbre de la alarma sonaba en toda la habitación, el dueño de dicha alarma emitió un quejido mientras la apagaba para después estirarse a lo amplio mientras bostezaba. Sacó las piernas de la cama aún con delirios de sueño logró sentarse en ella. Talló su rostro con sus palmas y se levantó.

Salió de su habitación, bastante oscura si debemos mencionar.

Fue directo al baño a lo largo del pasillo el cual estaba lleno de pinturas humorísticas y uno que otro paisaje.

En el camino fue atando su cabello hacia atrás, y una vez en el baño, remojó su rostro una y otra vez. Respiro profundo y se miró al espejo, entonces sonrió — maestro, música por favor — pidió.

Su sistema operativo se activó comenzando a sonar música en toda la casa, regresó sus pasos por el pasillo y fue a la cocina, allí, encendió la cafetera y puso pan en el tostador.

Aprovechó su tiempo para regresar al baño, aunque solo comenzó a quitarse la ropa mientras disfrutaba de la música. Más que un baño, fue un rápido y buen remojón para quitarse el sudor de la noche. Un poco de agua y un poco de jabón y ya estaba.

Fresco, y con toalla en su cuerpo, regresó a su habitación untándose bloqueador solar en todo su cuerpo y rostro, después se vistió eligiendo un pantalón deportivo y playera.

Una vez más fue a la cocina mientras ataba su larga cabellera en una cola de cabello alta. Apago la música y comenzó a escuchar las noticias

Sirvió su café y tomó el pan tostado, unto en la mermelada para sentarse a disfrutar de ello.

Una vez terminada todo, tomó sus llaves, un reproductor, sus audífonos; se puso tenis y salió de su casa.

Era un buen día para trotar 5 kilómetros.

40 minutos después, regresó a su hogar, se quitó sus tenis en la entrada, también sus calcetines y tomó unas sandalias frescas para su hogar, refrescar sus pies de manera correcta era lo importante. Fue a la cocina por un vaso de agua y fue cuando escucho una alarma desde la habitación, aquello le indicaba comenzar a cocinar.

Minutos después, una segunda persona salía de la habitación, despeinado y luchando para que su pierna se moviera frente a otra — Muy buenos días Osamu — saludó el chico en la cocina.

Tras un gran bostezo y estirar su delgado cuerpo le miró aun somnoliento — Buen día Chuuya.

Esas eran todas sus mañanas, Osamu Dazai y Chuuya Nakahara, roomies desde hace un año.

༄ ༄ ༄


No iban a la misma universidad, e irónicamente el departamento les quedaba en medio de ambas universidades, una del este y la otra al oeste. Mientras Osamu se dirigía a una escuela con paisaje de edificios y parques, Chuuya tenía un recorrido lleno de lagos y suburbios.

No estudiaban lo mismo, no les gustaba lo mismo, y, aun así. Ellos vivían juntos. Por la tarde, cuando Chuuya llegaba podía ver a Dazai usualmente acostado en el sofá – bienvenido Chuuya

-        Umh, estoy en casa – exclamo dejando sus llaves

-        Si siempre llegas tan temprano, duerme más y deja de salir a correr

-        Lo pensaré – anuncio entrando a la cocina - ¿hiciste la comida?

-        Si, arroz, carne. Compré unas papas y las hice fritas.

-        Suena bien, dejaré el arroz

-        Tu y tus dietas

-        No me toca arroz

Rommies ; SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora