Love in the Air [XiuLay | Two-Shot]

I

El aire cada vez era más fresco, por lo que tomó su sweater cubriéndose con él y agradecía internamente que al momento de salir de su casa, su intuición le dijese que llevara algo que lo resguardara del frío durante el improvisado partido de futbol de sus amigos. Había sido imposible resistirse a los ojos felinos que le rogaban con tanta ilusión y es que Zhang YiXing tiene el enorme problema de que cuando se trata de Kim MinSeok, su hyung favorito y mejor amigo, pierde todo lo que se lama voluntad y se deja en las pequeñas y tiernas manos del mayor. Lo anterior ha sido así desde que llegó de china a la edad de trece años.

YiXing llegó a Corea del Sur netamente por el trabajo de su padre, quién obtuvo trabajo en una prestigiosa universidad dentro de la facultad de investigación y robótica con una remuneración económica lo suficientemente jugosa como para dejar su amada China y mudarse aquí. El hijo único de los Zhang no estaba muy feliz dejando su casa y mucho menos a sus ovejitas al cuidado de sus abuelos, porque muchas veces le decían que si no se comía las verduras iban a regalar a sus amiguitas a extraños.

Cuando su madre estacionó el auto en la que sería su escuela por muchos años él se negaba a salir estaba a modo de protesta con los brazos cruzados e incluso con hambre porque parte de su protesta era privarse de comida, lo cual no era del todo cierto, pues comía a escondidas mientras los demás estaban durmiendo.

—YiXing si no sales de este auto en menos de cinco segundos de verdad llamaré a tu abuelo para que le regale tus ovejas a los vecinos —advirtió su madre sobando sus sienes ya un poco cansada de la actitud del preadolescente.

—No serías tan cruel de hacerlo —la miró desafiante.

—Quieres probarme? —le devolvió la misma mirada, pero más determinada que la de su hijo.

—No, gracias, te creo.

Con un enorme suspiro tomó su mochila y su almuerzo. Se había rendido porque temía por sus ovejas, ellas eran sus mejores amigas. En su natal China no tenía amigos, debido a que rara vez les prestaba atención a los niños de su edad, puesto que YiXing vivía, literalmente, en su mundo teniendo una imaginación alocada y diversa, de la cual nunca quiso compartir con los demás, pues seguramente no irían a su ritmo o tal vez no lo comprenderían. Sus abuelos al tener una granja encontró compañía en los animales de esta que en las personas, por eso ahora se sentía solo y temía no poder contarle a nadie sus pensamientos, más aún no logrando dominar el idioma a pesar de haberlo estudiado durante sus vacaciones.

Miró a su alrededor y la mayoría de los niños entraban en orden a la institución, eran algunos que tenían la personalidad de cachorros y corrían por todas partes. Apretando las cintas de su mochila dio un paso y luego otro, animándose mentalmente a que todo estaría bien y esperando que el día acabase lo más rápido posible para llegar a casa y llamar al abuelo. Luego de perderse en dos ocasiones y por fin decidirse a hablarle a alguien que lo ayudase a encontrar su salón, ahí estaba con las piernas temblando dando toquecitos a la puerta gris esperando que alguien abriera y la "tortura" comenzase.

La maestra al verlo temblando le causó tanta ternura que con un suave "hola YiXing" tendió su mano para guiar al muchachito dentro del salón, ahí lo presentó brevemente o al menos logró captar a medias, lo que sí entendió muy bien fue que debía sentarse junto a un niño. Cuando el asignado levantó la mano algo extraño ocurrió, su barriga se sintió rara y la mente se mantuvo en blanco, caminó automáticamente hasta su asiento siguiendo la dulce y fija mirada. Quién se imaginaría que esa mirada sería la perdición de YiXing.

Kim MinSeok, ese era el nombre del niño que se presentó tímidamente con unas mejillas redondas con un hermoso color rosado en ellas. Ambos se miraron por mucho tiempo y fijamente, se sonrieron intercambiando una especie de tranquilidad en ambos, sin embargo, ese silencio cómodo entre ellos se vio interrumpido por un perfecto mandarín.