El frío de la ciudad bailaba sobre un cuerpo desnudo. No había movimiento, no había quejas, solo un cuerpo frío.
Movió su cuerpo lentamente buscando la calidez de un cuerpo junto a él, sin embargo no había nada, solo frío.
«Ya.. ya se fue»
Habló en un susurro mientras cubría su cuerpo con las sábanas de la cama.
Sentía como su corazón ardía en su interior, sus manos sudaban y su garganta dolía.
¿Era necesario todo esto?
¿Era necesario poner en riesgo su dedicación y su amor por alguien que solo le gustaba pasar los inviernos con él?
Se sentía asquerosamente usado, le daba asco.
Ignorando sus sentimientos se levantó lentamente de la cama y fue directamente hacía el balcón de su habitación, de camino sintió como pedazos de vidrio se enterraban en su en sus pies, haciendo que sangraran.
Detuvo sus pasos y enfocó su vista en
lo que sea que lo hubiera lastimado, arrepintiendose rápidamente al ver lo que se había enterrado;una botella rota de whisky.
Sus ojos empezaron a arder, quería llorar.
«Asi que.. volviste a tomar mi cuerpo estando completamente ebrio, verdad..?» pensó el de mirada violeta.
¿Cómo fue tan idiota como para pensar que él ya había aceptado su cuerpo?
¿Cómo fue tan estúpido como para pensar que todas esas palabras dulces que le dijo en la noche las dijo porque realmente lo sentía y no porque estaba ebrio?
Quería gritar de la impotencia y tristeza que tenía. Quería golpear fuertemente al de mirada castaña y decirle que lo odiaba con todas sus fuerzas, aún sabiendo que era una mentira.
Esos pensamientos hicieron que empezará a reír fuertemente
¿El odiar a Dazai? Era imposible, nunca lo pudo hacer.
Después de toda la mierda que le hacía siempre estaba ese cariño que el enojo primero.
Su mente lo empezó a traicionar con miles de recuerdos de Dazai despreciando su cuerpo como de costumbre.
Tan sumido estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta que su risa se transformó en gritos y lágrimas.
«Creo.. creo que ya es momento de dejar de esperarte..»
