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Capítulo Cinco

Aprieto mis manos sobre la almohada cuando siento el peso de Carlos sobre mi espalda, le gruño y él ríe antes de tirar de mi sábana.

— Hora de despertar, Nina.

— Te juro que si no te largas voy a lanzarte un zapato. — Él vuelve a reír ante mi amenaza y, como el desgraciado que es, abre las cortinas por completo. — Te odio.

— Dice Luisa que nos toca hacer las compras, así que muévete.

Sale de mi habitación, yo me levanto para cerrar las cortinas y tomar mis cosas para ir a ducharme, lo hago rápido y en menos de treinta minutos ya estoy lista en la cocina mientras espero a Carlos.

Luisa se acerca a mí con una sonrisa.

— Llevas la lista, el dinero y recuerda que hoy vamos dónde mi papá así que no habrá nadie esta noche. — Asiento de manera desinteresada antes de bostezar, ella niega con la cabeza y deja un pan en mi boca. — Y mañana me toca turno en el hospital, tu padre va a ir a ver a tu abuela y Carlos se va dónde tú hermano, así que te encargas de todo mañana.

— Si, lo sé, yo sola y eso.

Carlos entra al comedor con una enorme sonrisa en sus labios, lo observo con desconfianza, él me abraza con fuerza y yo intento alejarme.

— Esto huele a trampa.

Ninguno me dice nada, lo único que hace Carlos es tomar mi brazo para llevarme fuera de la casa e ir hasta el supermercado. No me dice una sola palabra mientras caminamos hasta la parada, pero su agarre en mi brazo no disminuye, y eso me pone nerviosa.

— ¿Qué planeas? Esa sonrisa tuya significa peligro.

— No seas dramática Nina, sólo vamos al supermercado. — Rueda los ojos divertido, unos pocos minutos después un auto se detiene a nuestro lado. Gruño al reconocer el aroma, intento alejarme pero Carlos me sostiene con más fuerza.

Odio ver la cabeza de Keller salir del lugar de copiloto.

— ¿Necesitan un aventón?

— No

— ¡Por supuesto! — Observo a Carlos indignada cuando tira de mí para llevarme al auto, Keller sale para abrirnos la puerta mientras me resisto a entrar.

— En definitiva, Irina es cómo un perro. — Consigue meterme al auto y se coloca a mi lado antes de cerrar la puerta, Carlos se sube en el lugar de Copiloto y empieza a hablar con el tío de Keller. — Eres salvaje, inteligente y testaruda.

— Y tú eres un entrometido, y odio a los entrometidos. — Me coloco lo más alejada posible de él, lo escucho reír y me estremezo. — De tu familia, eres el más odioso.

— ¿Disculpa? — Robert enarca una ceja mientras me observa por el espejo retrovisor antes de volverse al camino. — No somos odiosos.

— Ella se refiere a habladores, no le gusta el ruido. — Robert asiente, mi hermano empieza a hablarle de otras cosas mientras siento la mirada de Keller sobre mí.

— ¿Tengo algo en la cara o qué? — Arrugo la nariz molesta mientras me abrazo con fuerza.

— Ven a cenar con nosotros, mañana.

Empiezo a toser ante lo repentino de su propuesta.

— No, te recuerdo que casi me desmayo en la cena del otro día. — Hago una mueca al notar lo dura que fui y suspiro. — Acaban de llegar, son desconocidos para mí, no estoy acostumbrada a tanto movimiento cerca de mí.

— Lo entiendo, sólo me pareció buena idea invitarte. — Veo que se remueve un poco en su lugar, aprieto mis labios antes de sonreír. — La invitación queda en pie si cambias de opinión.

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