parte única

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Las luces de la ciudad se reflejaban sobre el pavimento lluvioso creando preciosos y coloridos espejos en los pequeños charcos que decoraban la vereda; se podía respirar el petricor y escuchar la delicada melodía de los grillos que habitaban en el jardín de los vecinos. En una noche parecida YunHo se habría detenido a comprar un par de bebidas calientes y un postre para poder compartir con su novio mientras veían el último episodio de la serie que estuvieran siguiendo, aprovechando cada momento a su lado para mimarlo y llenarlo de besos que siempre lograban tomarlo por sorpresa dejando sus mejillas de un suave color rosa.

Sin embargo, esa noche YunHo bajó del auto con un cosquilleo que le recorría todo el cuerpo, que iba desde las rodillas hasta la punta de sus dedos; una traviesa sensación de calor se avivaba con cada paso que daba hasta la puerta de su hogar y que contrastaba con el frío y la fresca llovizna del ambiente. Lo recibió un aroma dulzón y una vieja canción de los ochentas provenientes de la cocina.

Por un momento creyó que debía tratarse de alguna broma por parte de YeoSang, pero al verlo vestido de esa manera, siendo poco consciente de lo sensual que se veía en ese momento, supo que aquello se trataba más bien de uno de sus juegos. Y a YunHo no le gustaba perder.

Se acercó lentamente hasta su pareja, escuchándolo cantar en voz baja la letra de aquella canción; YeoSang supo que se trataba de YunHo desde el momento en que percibió el aroma de su colonia. En ese momento YunHo decidió seguirle el juego por lo que puso sus manos en la cintura del menor y se recargó sobre su hombro.

—¿Qué estás cocinando? Huele muy bien —susurró, acariciándole el cuello con la punta de la nariz y disfrutando el aroma floral del perfume favorito de su novio.

—Son rosas de manzana. Es una receta de WooYoung, las hizo el día que fuimos a almorzar con él y San. Quise intentarla para ti.

—Apuesto que están deliciosas. —YunHo tiró suavemente del suéter rosado mostrando la tersa y lechosa piel de YeoSang, dejando pequeños besos sobre su hombro mientras sus manos, traviesas y discretas, se colaban por debajo de la ropa de su novio para permitirse tocar y disfrutar más de la calidez de su cuerpo, haciendo que el rubio soltara melodiosos suspiros—. Me muero por probarlas.

YeoSang se encontró sintiendo los besos húmedos de YunHo subiendo por su cuello. Cuando se dio cuenta que las manos del mayor habían encontrado algo por debajo del suéter no pudo evitar sonreír divertido. YunHo se tomó su tiempo para sentir la tela de las mallas en la cintura de YeoSang, disfrutando de los suaves sonidos que nacían de los labios de su novio y que se volvían más excitantes a medida que exploraba su cuerpo.

—Ahh, Yunnie... —gimió YeoSang al sentir las manos ligeramente frías del mayor acariciando su pecho. Su voz era tan dulce como el aroma del postre que se había esforzado tanto en preparar. Los besos de YunHo habían trazado un camino que terminaba en la mandíbula de su novio mientras sus dedos se paseaban libremente por sus pezones—. Mmh... YunHo...

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