Vocare Prabia

Capítulo 7: Toma el camino largo y recórrelo

El sol comenzó a descender sobre el horizonte, bañando la biblioteca en un crepúsculo rojo sangre y haciendo brillar las runas en el libro de Harry. Al principio, memorizar las runas básicas había sido tedioso y aburrido. Tierra, Agua, Viento, Fuego y Hielo eran runas simples de pronunciar y escribir, pero cuando trató de pasar a los hechizos más difíciles, olvidó los fundamentos. Después de los primeros quince minutos (de los cuales podría haber aprendido tres hechizos de Defensa diferentes, se repetía con amargura) estuvo a punto de desechar toda la idea y romper el libro en pedazos.

Pero la puesta de sol. . . ¿Había visto alguna vez la puesta de sol? Podía recordar, cuando era niño, mirar por la ventana durante las comidas con los Dursley y contemplar los terrenos de Hogwarts durante su primer año cuando estaba seguro de que debería haber sentido alguna forma de nostalgia. No podía recordar la vista ni notar lo mística que se veía la biblioteca durante la hora de las brujas. Mirando las runas de nuevo, se dio cuenta de lo hermosas que eran ELLAS también. Las runas eran hechizos escritos y siempre había pensado que los hechizos eran hermosos cuando se hacían correctamente. Con una nueva determinación, Harry se apresuró y trató de nuevo de aprender los símbolos en las páginas teñidas de oro.

Después de un tiempo, comenzó a notar que había patrones en las runas. Por ejemplo: las runas que representaban las formas simples de fuego eran más curvas con bordes afilados y los hechizos de hielo estaban amañados y con líneas rectas. Estaba pasando al segundo capítulo con dos runas unidas cuando se dio cuenta de que era la única persona en la biblioteca. Al mirar su reloj, ¡casi tuvo un ataque al corazón cuando se dio cuenta de que llegaba diez minutos tarde a su clase de Transformación Remediadora!

Agarrando rápidamente su libro y cargando su mochila sobre su hombro, Harry corrió hacia la clase de Transformaciones. Golpeó su hombro contra la puerta y jadeó mientras corría hacia su escritorio. Todos lo miraban como si estuviera loco y McGonagall NO parecía complacida.

"¡SEÑOR POTTER!" Ella gritó, luciendo furiosa. "¡Llegas TARDE! ¡Otra vez! ¡Y has interrumpido mi clase!" Harry inclinó la cabeza con humildad, asegurándose de que ella no viera la leve sonrisa en su rostro.

"Lo siento profesor, no volverá a suceder. Estaba en la biblioteca y no escuché el timbre". McGonagall todavía hirviendo, entrecerró los ojos hasta convertirse en puntos finos. Todos en la sala dieron un paso instintivo alejándose de Harry y fingieron trabajar en sus proyectos: convertir un pájaro en una criatura de sangre fría a elección de los estudiantes.

Parvati gritó cuando su colibrí cambió a medias, dos colmillos aparecieron al final del frágil pico del ave mientras las plumas al final de su cola se transformaban en escamas. El colibrí cayó como una piedra y emitió un débil zumbido mientras intentaba levantarse. Harry se preguntó si sería capaz de sobrevivir a esta clase sin morirse de risa. Lavender no estaba teniendo mejor suerte, tanto porque a su periquito le habían salido dientes de cocodrilo y aleteaba impotente como porque cuatro patas escamosas le habían desgarrado el vientre blando. La atención de McGonagall se alejó de Harry cuando el pobre periquito comenzó a trinar de dolor. Dejó a Harry para alejar al pobre pájaro de Lavender, quien seguía diciendo "¡No, no, lo arreglaré!", lo que solo empeoraba la situación.

Suprimiendo una sonrisa, Harry fue a la única silla vacía y se giró hacia el cuervo que lo esperaba. El pájaro negro azabache arregló sus plumas de manera importante antes de mirar a Harry con un ojo penetrante. Harry le devolvió la mirada antes de levantar su varita y mirar el tablero para ver las instrucciones y el hechizo que se usaba.

Con un movimiento rápido de la muñeca, el cuervo se transformó en un áspid negro con un chasquido audible. Retrocediendo, el áspid siseó peligrosamente. "¿Qué me hiciste humano?"